Rostros locales: Yohan Reyes, Cuba en la sangre, América en el deber
El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

Yohan Reyes, joven soldado de raíces cubanas, nació en Miami y creció en Kentucky, principalmente en Louisville. Su formación familiar, marcada por el sacrificio y la libertad, junto con sus experiencias personales, lo han llevado a forjar una identidad sólida: orgullosamente latina y plenamente comprometida con su labor en el ejército de los EEUU.
¿Qué te motivó a unirte al ejército? ¿Hubo algún momento clave que te impulsó a tomar esa decisión?
El ejército nunca fue una opción obvia. Asistí a la universidad por un año y trabajé desde la secundaria, pero buscaba algo más desafiante, fuera de lo tradicional. Un primo, veterano del Army, me habló de sus beneficios. Reflexionando sobre mi futuro, decidí ir a una oficina de reclutamiento y así empezó mi camino. No fue una decisión impulsiva, sino un paso muy meditado.
¿Cuál ha sido la experiencia más significativa o desafiante que has vivido dentro de tu carrera militar?
Llevo oficialmente cinco meses como soldado. El mayor reto ha sido los tres meses de entrenamiento básico, más exigente mental que físicamente, especialmente porque lo hice en invierno. Aun así, he tenido líderes que me han ayudado mucho a crecer. Muchas personas no conocen el día a día de un soldado.
¿Cómo es una jornada típica para ti?

Varía según la base y el rol. En general, el día comienza con ejercicio físico antes de las 6:30 a.m., seguido por formaciones, entrenamientos y labores hasta las 5 p.m. Después de eso, puede haber tareas adicionales. No todos los días son iguales.
¿Cómo ha influido tu origen latino en tu identidad como soldado? ¿Sientes que aporta algo especial a tu labor?
El Army dice que todos somos “verdes”, sin importar el origen. Pero siento que ser latino aporta: el respeto, la cortesía, y esa chispa cubana me han ayudado mucho, especialmente al comunicarme con superiores. Además, hablar español es una ventaja.
¿Hubo alguien en tu familia que marcó tu camino o fue un apoyo especial durante todo este proceso?
Mi primo, veterano del Army, fue una guía fundamental al principio. También mi madre, Yazbel Díaz, de quien aprendí ética de trabajo cuando trabajé con ella como Realtor.
¿Qué valores crees que son esenciales para ser un buen soldado y que también aplicas en tu vida personal?
Lealtad, deber, respeto, servicio desinteresado, honor, integridad y coraje personal. Son los pilares de todo soldado y también lo aplico fuera del uniforme.
¿Cómo manejas la distancia con tu familia, especialmente en momentos importantes o difíciles?
Es duro, especialmente siendo tan familiar. Pero entiendo que es parte de crecer y avanzar. Me reconforta saber que mi familia siempre estará ahí para mí, y los visito cuando puedo en feriados o fines de semana largos.
¿Tienes metas a futuro dentro o fuera del ejército que te gustaría compartir?
En el Army, estoy considerando convertirme en suboficial de brigada o asistir a escuelas como Airborne. También estoy en programas de lenguas. Fuera del Army, espero terminar mi título universitario y usar mi autorización de alto secreto para trabajar en el sector civil si lo decido.
¿Qué mensaje le darías a los jóvenes latinos que sienten admiración por la carrera militar pero tienen dudas o temores?

Les diría que se informen bien. El Army puede cambiar vidas. Si eres residente, puedes obtener ciudadanía, estudios pagados y entrenamiento real en muchos campos. Es una gran oportunidad para quienes se sienten sin rumbo. Ser soldado transforma tu mente y tus hábitos de forma positiva.
¿Hay algo que te gustaría que el público supiera sobre ti que no siempre se ve detrás del uniforme?
A veces luzco serio con el uniforme, pero sigo siendo el mismo. El Army me ha hecho mejor, pero no ha cambiado quién soy. Lo de “Kentubano”, eso no me lo quita nadie; siempre lo llevo conmigo.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (edición 190, junio 2025)
