Gustavo Hernández, de La Habana a la excelencia en la tapicería en EEUU

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Gustavo Hernández nació en La Habana, y desde joven se sintió atraído por el trabajo manual y la creatividad que ofrecía la tapicería. Creció observando cómo los muebles y los espacios podían transformarse con dedicación y habilidad, y pronto decidió que esta sería su vocación. Aprendió a combinar paciencia, precisión y gusto estético, cualidades que definirían su estilo y su manera de trabajar.

Gustavo y Andrys, dueños de GustaTapiz

Hace trece años, Gustavo llegó a EEUU cruzando la frontera, con la determinación de establecerse y seguir desarrollando su talento. La travesía fue un desafío que puso a prueba su resistencia y su paciencia, pero su pasión por la tapicería y su deseo de crecer como profesional lo mantuvieron enfocado en su objetivo. Desde su llegada, se propuso crear un negocio sólido, que reflejara tanto su experiencia previa como su capacidad de adaptarse a un mercado competitivo y exigente.

Gustavo contaba con experiencia en Cuba y, posteriormente, en Cancún, donde vivió cinco años y creó su propia empresa de tapicería. Estas experiencias le permitieron conocer distintas técnicas, materiales y estilos, y lo formaron como un profesional versátil y capaz de afrontar retos diversos. Al llegar a Estados Unidos, encontró un entorno con mayores facilidades para conseguir materiales y herramientas, lo que le permitió mejorar la calidad de su trabajo y explorar nuevas posibilidades.

Su estilo de trabajo se caracteriza por la atención al detalle, la búsqueda de la perfección y un compromiso absoluto con la durabilidad y la estética de cada pieza. Gustavo se especializa en tapicería para barcos, utilizando materiales exclusivos de alta resistencia. Cada proyecto es una oportunidad de mostrar su talento, su capacidad de adaptación y su creatividad, buscando siempre superar las expectativas de sus clientes.

Video relativo: https://youtube.com/shorts/owvyLaHdhms?si=-Xpnsb1hV8LUpbue

Uno de los recuerdos que Gustavo valora más es su primer trabajo de tapicería en Estados Unidos: un bote que representó un reto técnico y logístico. La experiencia le enseñó la importancia de la planificación, la precisión y la comunicación con los clientes, así como la satisfacción de ver una obra terminada que cumple con los más altos estándares. Desde entonces, ha aplicado esos aprendizajes a cada proyecto, logrando construir una reputación basada en la confianza, la calidad y la consistencia.

El mayor logro de Gustavo hasta ahora ha sido expandir su negocio a mercados exigentes como hoteles y restaurantes, demostrando que la constancia, la disciplina y el enfoque pueden abrir puertas incluso en un país extranjero. Su empresa, “Gusta Tapiz”, se puede localizar fácilmente en Google y redes sociales. Su trabajo se distingue por ofrecer “calidad garantizada”, un compromiso que significa además de un acabado impecable, una durabilidad, materiales seleccionados y la satisfacción del cliente como prioridad.

Gustavo se prepara cada día para enfrentar nuevos retos y mantener el crecimiento de su negocio. Utiliza las redes sociales para conectarse con clientes potenciales y recurre a internet para aprender nuevas técnicas y mejorar sus procesos. El esfuerzo constante, la seriedad y la responsabilidad son valores esenciales que aplica en cada proyecto.

Para él, el oficio de la tapicería es un equilibrio entre creatividad y técnica. Lo que más disfruta es ver el resultado final y la satisfacción de quienes reciben su trabajo; lo más difícil es mantener un estándar constante de excelencia. Su visión a futuro incluye seguir expandiendo su empresa, llegar a más clientes y explorar nuevos mercados, consolidando su nombre y dejando una huella indeleble en el mundo de la tapicería.

Gustavo Hernández es un ejemplo de esfuerzo, disciplina y pasión por un oficio que combina arte y funcionalidad. Su historia demuestra que, con talento, constancia y una visión clara, es posible transformar un sueño en una empresa exitosa, incluso en un país nuevo, y que la calidad y la dedicación siempre abren camino hacia el éxito.

Por Yanet KantAlma, El Kentubano (edición 194, octubre 2025)

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