Rostros locales: Sargento Mayor Alejandro José Licea, liderazgo y servicio en Fort Knox
El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad.
Alejandro José Licea, nacido en la base militar de Fort Campbell, Kentucky, creció rodeado del calor y la identidad cultural cubana en la emblemática ciudad de Hialeah, Florida. Aunque estadounidense de primera generación, su infancia estuvo marcada por las historias de sacrificio, resiliencia y adaptación de su familia, quienes llegaron a EEUU en los años 70 en busca de un futuro mejor. Esa mezcla de raíces cubanas y vida americana moldeó su carácter, su ética de trabajo y su visión del mundo.

¿Cuándo decidiste unirte a las Fuerzas Armadas y qué te motivó a seguir esa carrera?
Me uní al Ejército de EEUU en 2002. Aunque no lo veía de niño, siento que siempre estuve destinado a la vida militar: nací en una base y mis padres sirvieron en el ejército. Tras los sucesos del 11 de septiembre, decidí que quería servir a mi país. Ha sido uno de los mayores honores de mi vida.
La carrera militar me permitió viajar y conocer el mundo, además de vivir experiencias únicas, incluyendo misiones en Irak y Afganistán. No fue fácil, pero el compañerismo y las personas con las que serví hicieron que todo valiera la pena. También ha implicado sacrificios familiares, pero cuento con el apoyo incondicional de mi esposa e hijos.
¿Qué significa para ti tener el mando en Fort Knox y cuáles son tus responsabilidades principales?
Como Sargento Mayor de Comando en Fort Knox, soy el principal asesor del Comandante y del personal que apoya a más de 40,000 soldados, civiles y familias. Mis responsabilidades abarcan velar por la calidad de vida y el buen funcionamiento de la comunidad militar. Es casi como ser el “alcalde” de una ciudad: estoy involucrado en múltiples áreas para asegurar que Fort Knox sea un lugar donde nuestra gente pueda vivir, trabajar y prosperar.

¿Cuál ha sido el momento más desafiante que has vivido en ese rol y cómo lo enfrentaste?
Ser líder en Fort Knox ha sido uno de los roles más gratificantes de mis 23 años de carrera, pero también uno de los más desafiantes. Ningún puesto previo me preparó totalmente para dirigir una instalación tan grande, que recibe miles de personas a diario y requiere coordinación constante.
Es un trabajo complejo y, a veces, estresante, porque debemos estar listos para cualquier situación, siempre velando por el bienestar de los soldados y sus familias. Lo que hace la diferencia es el equipo con el que trabajo: profesionales altamente capacitados en quienes confío plenamente. Incluso en los momentos más difíciles, sé que puedo contar con ellos.
¿Cómo integras los valores o enseñanzas de tu origen cubano en tu liderazgo dentro del ejército?

Mis valores y estilo de liderazgo vienen de varios factores. Primero, de mi familia, que me enseñó el trabajo duro, la determinación y a ser parte de algo más grande que yo, valores que ellos mismos aprendieron como inmigrantes cubanos.
El Ejército de los EEUU también tiene sus propios valores, y durante más de veinte años he tratado de vivir acorde a ellos. No siempre ha sido fácil: ser soldado de carrera implica sacrificios y estar lejos de la familia, pero también me ha dado muchísimo. Ha sido un viaje increíble.
¿Qué legado deseas dejar en Fort Knox?
No sé si “legado” sea la palabra exacta, pero mi objetivo es hacer el mejor trabajo posible como soldado y servidor de la nación. Quiero que Fort Knox sea un excelente lugar para vivir y trabajar, apoyar a los soldados y sus familias, y ser un buen líder para mis empleados. Un mensaje para la nueva generación sería que, sin importar tu carrera o pasión, siempre des lo mejor de ti, aproveches cada oportunidad, sigas aprendiendo, trabajes duro por tus metas y te sientas orgulloso de tus raíces: ¡da lo mejor de ti! ¡Dalo al 100%!
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (edición 196, diciembre 2026)










