Rostros locales: Yoandris Mendoza, la fuerza del trombón cubano en tierras americanas
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Desde las calles de Boyeros, en La Habana, llega el talento y la pasión de Yoandris Mendoza, un músico que encontró su voz en el sonido profundo del trombón. Criado en un ambiente lleno de ritmo y alegría, heredó de su padre el amor por la música y el espíritu rumbero que aún lo acompaña. Aunque su primer interés fue la batería, el destino le tenía preparado otro camino: bastó ver a una profesora tocando el trombón para que quedara fascinado con ese instrumento que hoy define su carrera.

¿Dónde te formaste musicalmente y qué maestros marcaron tu camino?
Mi formación musical comenzó más tarde que la de muchos colegas, cuando tenía entre 15 y 16 años. Esa diferencia de edad me impidió ingresar a una escuela elemental, pero no detuvo mis ganas de aprender. Mi única opción fue cursar estudios como instructor de arte, y desde ahí empecé a forjar mi talento con esfuerzo y determinación. Le guardo una gratitud profunda a la profesora que me ayudó en ese proceso, porque el trombón ni siquiera estaba en el programa educativo, y aun así ella apostó por mí, y me ayudó a abrirme camino en un terreno poco explorado.
¿En qué agrupaciones o proyectos has participado tanto en Cuba como en el extranjero?
A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de formar parte de varias agrupaciones dentro y fuera de Cuba. En mi país integré proyectos como Klan Macho, Osmany García, Patry White, El Yonky, Tiempo Habana, Habana Caliente, entre otros. Al llegar a Estados Unidos, compartí escenario con artistas como Kolaloka, Los Excharangueros y muchos más, hasta integrarme a la familia musical de “Más Flow”, con quienes llevo ya cuatro años. Les debo mucho, porque me dieron la oportunidad de tocar junto a excelentes músicos.
También he colaborado con Gente de Zona, El Tiger, El Insurrecto, y guardo un cariño especial por Coconut Beach y Habana Blues, los primeros lugares que me abrieron las puertas al llegar a esta ciudad.
¿Cómo ha sido tu adaptación a la escena musical en EEUU y qué enseñanzas te ha dejado este proceso?

Adaptarme no fue fácil. En Cuba siempre estaba activo en distintos proyectos, pero al llegar aquí pasé incluso cinco años sin tocar el trombón. Emigrar fue mi mayor reto; me obligó a empezar de cero y a reinventarme, pero también me enseñó que no importa dónde estés: la música siempre cura el alma y mantiene viva la esencia cubana que llevo dentro.
¿Qué género te inspira más y hacia dónde proyectas tu carrera musical en los próximos años?
Aunque disfruto de todos los géneros, el “house” es mi favorito por la energía que transmite. Actualmente trabajo en un proyecto personal que representa una nueva etapa en mi vida artística; mi meta es seguir creciendo sin perder la pasión ni la esencia. En cinco años me visualizo con la misma energía y dedicación, consolidando mi camino musical en esta ciudad que ya siento como mi hogar.
¿Qué papel ocupa tu familia en tu vida y cómo influyen en tu inspiración musical?
Mi familia es mi mayor fuente de inspiración y apoyo. En mis ratos libres disfruto pasar tiempo con mi esposa e hijos, escuchar música y cocinar; esos momentos me ayudan a desconectar y recargar energías. Mi esposa ha sido un pilar fundamental. En los tiempos difíciles siempre ha estado ahí, dándome ánimo y recordándome por qué amo lo que hago.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 196, diciembre 2025)










