Rostros locales: Katherin Sánchez, ciencia y belleza en su labor como enfermera

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

Originaria de Holguín, Cuba, Katherin Sánchez Sarmiento llegó a EEUU en 2014 siendo apenas una adolescente. El cambio fue abrumador: nuevas ciudades, idioma desconocido y la nostalgia por su tierra. Sin embargo, con disciplina y el apoyo de su familia, logró adaptarse y salir adelante.

Desde temprana edad sintió una fuerte atracción por la ciencia y un deseo genuino de ayudar a los demás, lo que la llevó a elegir la enfermería como carrera. Para Katherin, esta profesión representa el equilibrio perfecto entre vocación y vida familiar.

¿En qué áreas de la enfermería has trabajado desde que te graduaste?

Me gradué con honores como Licenciada en Ciencias de la Enfermería (BSN) en la Universidad de Louisville. Mi primera experiencia fue en la sala de cuidados intermedios cardiacos del Hospital Jewish, donde adquirí una base clínica muy sólida. Más adelante, comencé a trabajar en una clínica dermatológica y luego en el área de medicina estética, una transición influenciada por mi interés personal en el cuidado de la piel desde la adolescencia.

¿Qué disfrutas más de trabajar en la clínica dermatológica y en el spa de medicina estética? ¿En qué se parecen y en qué se diferencian estos dos lugares?

Disfruto en dermatología el enfoque clínico y el trabajo en equipo para tratar afecciones como acné y eczema, mientras que en el spa médico valoro la conexión directa con los pacientes a través de tratamientos estéticos que elevan su autoestima. Ambos espacios se complementan, uniendo medicina y estética con educación, empatía y seguridad.

¿Qué te atrae de la medicina estética? ¿Qué servicios o procedimientos sueles realizar en el spa?

Me apasiona ver cómo pequeños cambios pueden tener un gran impacto emocional en las personas. Realizo procedimientos como toxinas botulínicas, rellenos dérmicos, tratamientos con láser, peelings médicos, entre otros.

Lo que más valoro es poder brindar resultados naturales que realzan la belleza individual, siempre con respeto por la seguridad y los límites del cuerpo.

Actualmente laboro en Kharites Aesthetics Med-Spa, una clínica para tratamientos de belleza situada en el 4516 Outer Loop, Louisville, KY 40219.

¿Notas algún interés particular de la comunidad latina por los tratamientos estéticos? ¿Qué crees que es importante comunicarles sobre seguridad y resultados reales?

Sí, noto un creciente interés de la comunidad latina por los tratamientos estéticos. Sin embargo, también observo que muchas personas llegan influenciadas por lo que ven en redes sociales, o sin información clara sobre los riesgos de acudir a lugares no certificados.

Por eso creo que es vital educar sobre expectativas realistas y priorizar la seguridad. Siempre insisto en la importancia de acudir a profesionales capacitados, en clínicas con licencia, y utilizando productos aprobados. Cada piel es única, y menos es más. El objetivo no es transformar, sino realzar lo mejor de cada uno con armonía. Desde mi rol, trato de guiar con ética, ciencia y empatía.

¿Cuál ha sido el mayor reto en tu carrera como enfermera en EEUU? ¿Y el aprendizaje más valioso que te ha dejado tu profesión?

Mi mayor reto fue estudiar y desarrollarme profesionalmente en un segundo idioma, especialmente siendo una persona tímida por naturaleza. Enfrenté temores, presiones académicas y momentos de duda. Pero persistí y aprendí lo que realmente significa la resiliencia.

El aprendizaje más valioso ha sido comprender que cuidar va mucho más allá de aplicar tratamientos: es conectar, acompañar, escuchar y ser una presencia humana, sanando desde la empatía.

¿Tienes algún proyecto o meta profesional que sueñes alcanzar en el futuro?

Sí, mi gran meta es convertirme en Nurse Practitioner. Ese rol me permitiría tener más autonomía clínica y brindar un cuidado aún más integral. Quiero ser una profesional que pueda guiar desde la ciencia, pero también desde la empatía y la cercanía. Y todo este camino se lo dedico a mis padres, a quienes agradezco profundamente por su apoyo y sus sacrificios. Todo lo que he logrado —y lo que aún sueño alcanzar— es también por ellos y para ellos.

Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 193, septiembre 2025)

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