Rostros locales: Maribel y Annia, sonrisas con acento holguinero
El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad
Una de las primeras clínicas dentales que brindó servicios a la comunidad hispana de Louisville se encuentra en el 4133 Taylor Blvd. Más que un consultorio dental, es un espacio donde la profesionalidad y el trato humano se combinaron para servir a los cientos y cientos de pacientes latinos durante muchos años. Parte de ese espíritu lo encarnan Maribel Velázquez y Annia Verdecia, primas que, desde niñas, se consideran hermanas.

Su historia comienza en Holguín, Cuba, en un barrio tranquilo donde vivían en la misma casa: Maribel y su familia en la planta baja, Annia y la suya en la alta. Ese vínculo familiar, forjado en la cercanía diaria, se mantuvo intacto al emigrar a EEUU: Maribel llegó en 1995 y Annia en 2008, por reunificación familiar.
El interés por la odontología ya estaba presente antes de llegar. Maribel estudiaba Estomatología en Cuba, pero no pudo concluir su carrera por la oportunidad de emigrar. Annia, por su parte, llegó con una meta clara: formarse en el área dental.
Maribel comenzó a trabajar en la clínica en 1997, recomendada por una doctora cubana. Annia, al poco tiempo de llegar, aprovechaba sus días libres para trabajar como voluntaria, ganar experiencia y estudiar. Su dedicación y esfuerzo le abrieron las puertas del empleo y la llevaron a obtener el título de Expanded Duties Dental Assistant (EDDA).
Para ambas, la clínica es mucho más que un trabajo. Desde el inicio fueron acogidas sin importar origen o idioma, y siempre han contado con apoyo para su formación continua. A lo largo de los años, incluso con cambios de dueños, han conservado beneficios y un ambiente de respeto y unidad.
Al lugar muchos le llaman “la clínica de los cubanos” debido a que siempre han laborado allí un excelente y profesional grupo de hispanos. Además, la presencia de Maribel y Annia ha permitido que muchos pacientes, sobre todo recién llegados reciban atención en su idioma y con confianza. “Tenemos pacientes de más de 20 años que aún vienen con toda su familia”, cuentan. El ambiente es familiar tanto entre el personal como con los pacientes, y cada cita es también una oportunidad para compartir un pedacito de Cuba.
Lo más gratificante para ellas es ayudar a quienes llegan con miedo o ansiedad. Ver cómo un tratamiento puede cambiar una sonrisa, devolver autoestima y mejorar la calidad de vida es su mayor recompensa. “En esta profesión, la satisfacción puede llegar en una sola cita”, afirman.
En sus años de experiencia han visto grandes avances en la odontología: impresiones para prótesis y coronas que pasaron de la masilla al escaneo digital; radiografías que ahora son instantáneas; historias clínicas digitalizadas que agilizan el trabajo; materiales más resistentes y estéticamente mejores; y un gran desarrollo en los procedimientos estéticos. Estos cambios han hecho que la atención sea más precisa, rápida y cómoda para los pacientes.
A las nuevas generaciones de cubanos interesadas en esta carrera, les aconsejan no detenerse. Tanto quienes ya estudiaron en Cuba como quienes se inician desde cero pueden encontrar oportunidades aquí. “La odontología es ciencia y arte a la vez. Sentar a un paciente con temor y verlo salir feliz y agradecido no tiene precio”, aseguran.
Compartir profesión y lazos familiares ha sido una ventaja. Maribel fue guía para Annia, ayudándola a dar sus primeros pasos en el área dental. El trabajo en salud es exigente, pero el apoyo mutuo y el buen ambiente en el equipo hacen más llevaderas las jornadas. “En nuestra clínica somos más que un equipo: somos una gran familia, y cada paciente lo siente desde el primer momento”, coinciden.
Maribel y Annia son más que asistentes dentales: son parte esencial de un espacio donde la técnica se une a la calidez humana, y donde cada sonrisa tratada es un recordatorio de que el esfuerzo, la dedicación y el amor por la profesión pueden transformar vidas. Su historia es un ejemplo de perseverancia, compromiso y orgullo por sus raíces cubanas.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 193, septiembre 2025)
