Rostros locales: Roland Carmona, trayectoria y motivación en ingeniería
El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad.

Roland H. Carmona, natural de Ciudad de La Habana, llegó a EEUU en agosto de 1996 y decidió establecerse en Kentucky. Su camino hacia la ingeniería fue poco convencional: aunque tuvo buenas calificaciones en la secundaria, se le asignó la carrera de Ingeniería en Riego y Drenaje, sin saber bien de qué se trataba. Afortunadamente, en 1978 el programa cambió y comenzó a formarse como ingeniero en diseño y construcción de sistemas hidráulicos para la agricultura. Su primer trabajo fue como inspector y supervisor en un importante proyecto de riego que abarcaba cerca de 10,000 acres, marcando así el inicio de una sólida carrera profesional.
¿En qué tipo de proyectos trabajas actualmente y cuál ha sido uno de los más significativos en tu carrera?
Actualmente soy inspector en la construcción y reconstrucción de carreteras, puentes, sistemas de drenaje, señales de tránsito y líneas de abastecimiento de agua en Kentucky. He participado en numerosos proyectos a lo largo de los años, especialmente en los condados de Jefferson y Oldham, incluyendo puentes importantes en las vías I-64, I-71 y I-265, como el Shawnee y el Espagueti Junction. Cada obra es una experiencia única que aporta innovación y aprendizaje constante.
¿Qué sientes al ver que tu trabajo mejora la vida cotidiana de miles de personas?
Me alegra mucho poder terminar las obras con la mayor calidad posible. Mis compañeros suelen decir que soy muy exigente, pero para mí, eso es lo mínimo que puedo hacer para agradecer la oportunidad que este país me dio y que ya considero mi hogar, pues he vivido aquí casi la mitad de mi vida. Mi objetivo es que cada persona que transite por un lugar donde participé en la construcción, se sienta segura y valore la calidad del trabajo terminado.
¿Fue difícil abrirse camino como ingeniero siendo inmigrante cubano?
Sí, fue difícil, especialmente porque mi inglés hablado nunca ha sido perfecto y tengo un acento fuerte. Lo que me ayudó mucho fue dedicar horas a leer y escribir en inglés, apoyándome en la tecnología, como traductores y correctores gramaticales. En mi trabajo, donde la comunicación con nuevos jefes puede ser complicada, resolví el problema insistiendo en la comunicación escrita, ya que mi redacción es clara y evita malentendidos. Además, aprendí que no hay que esperar a que te expliquen todo: hay que ser proactivo, investigar, aprender y siempre buscar soluciones.
¿Qué consejo le darías a un joven cubano que sueñe con trabajar en ingeniería en EEUU?
Mi consejo principal es no desanimarse. La ingeniería no se trata sólo de obtener o revalidar una licencia, que aunque importante, no es todo. Yo nunca revalidé la mía, pero sí transcribí mis créditos, porque hay puestos que no requieren licencia. A cualquier edad, es difícil pero no imposible aprobar los exámenes. Además, siempre hay que seguir aprendiendo y certificándose según el tipo de trabajo. Escuchen, lean, infórmense y sean proactivos: propongan soluciones, exijan calidad y aprovechen la tecnología. Y sobre todo, no se rindan ante las dificultades; lo más duro es lo que más enseña.
¿Qué te motiva hoy, después de tantos años de carrera?
Aunque planeo retirarme, no pienso dejar de trabajar por completo; probablemente seguiré a tiempo parcial para mantenerme activo. Me satisface mucho enseñar a técnicos nuevos, incluso sin pago por eso. Además, siento orgullo cuando paso por una obra en la que trabajé y la veo segura y bien terminada. En la ingeniería, quienes ejecutan las obras conocen mejor los detalles finales que los diseñadores, ya que los avances tecnológicos han puesto a diseñar a muchos con poca experiencia y sin tiempo para revisar todo. Para ser buen ejecutor no hace falta licencia, sino conocimiento, decisión, tenacidad y experiencia — eso es gran parte de mi motivación.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (edición 193, septiembre 2025)
