Rostros locales: Patricia Arizmendi, la mujer que corrió tras un sueño… y alcanzó al unicornio
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Patricia Arizmendi Zepeda nació en Coatepec Harinas, Estado de México, y desde hace más de dos décadas reside en EEUU. Su historia como atleta comenzó hace apenas ocho años, a los 37, cuando ingresó al gimnasio Toro Fitness sin imaginar que, tiempo después, se convertiría en maratonista y tocaría uno de los sueños más grandes del atletismo: correr el Maratón de Boston.

Todo comenzó como un acto de comunidad. Cuando Carol Ordóñez, amiga y compañera de entrenamientos, compartió su deseo de correr un maratón, los entrenadores de Toro Fitness —Juan Pablo y Daniel Saavedra— impulsaron a varios miembros a sumarse al reto. Así nació el grupo Maratoneros, y con él, la nueva pasión de Patricia.
Su primer maratón fue en 2019, en Louisville. Sin experiencia previa en carreras, logró cruzar la meta en 4 horas y 43 minutos. A partir de ahí, su evolución fue imparable: año tras año mejoró sus tiempos, bajando hasta las 3 horas y 35 minutos en el Maratón de Indianápolis en 2022. Ese resultado no sólo le otorgó su clasificación al codiciado Maratón de Boston, sino también al Maratón de Chicago, uno de los Abbott World Marathon Majors.
En octubre de 2023, cruzó la meta en Chicago en 3 horas y 29 minutos, conquistando su primera estrella Abbott. Pero fue el 21 de abril de 2025 cuando vivió su momento más glorioso como atleta: participó en el Maratón de Boston, un evento con casi 30 mil corredores de élite y una exigente clasificación que además de velocidad, demandaba resistencia mental.
Patricia se preparó físicamente durante 16 semanas de intenso entrenamiento que combinaba CrossFit y corridas, y enfrentó el reto económico de costear el viaje. Con determinación, buscó patrocinadores, tocó puertas y encontró respaldo en negocios locales que creyeron en su esfuerzo. El día de la carrera, enfrentó calor, fatiga y emociones a flor de piel. Pero cruzó la meta, y con ella, un sueño que parecía imposible.
Más allá de lo atlético, Patricia representa una historia de superación. Madre, emprendedora, esposa y mujer de fe, ha logrado equilibrar sus responsabilidades diarias con una rutina de entrenamiento exigente. Sus tardes, luego del trabajo y la cena familiar, se convierten en espacios sagrados de disciplina y constancia. Muchas veces entrena sola, en la oscuridad o bajo la lluvia, convencida de que cada sacrificio construye carácter.
Para ella, correr no es solamente un deporte. Es terapia, es resistencia emocional. “Ser maratonista significa que no sólo se corre con las piernas, sino con el alma, el corazón… y mucha fuerza mental”, afirma con convicción. Cada paso que da representa una decisión consciente de no rendirse, incluso cuando el cuerpo o la mente dicen lo contrario.
Patricia sueña en grande. Tras conquistar Boston y Chicago, su meta es completar los siete Abbott World Marathon Majors: Nueva York, Berlín, Londres, Tokio y Sídney aún la esperan. También desea correr en la Ciudad de México, para reconectarse con sus raíces y compartir con su familia lo que ha logrado lejos de casa. Más allá de sumar medallas, busca inspirar a otros a atreverse a salir de la zona de confort. Su mensaje es claro: no se necesita haber empezado joven ni ser un atleta profesional para hacer cosas extraordinarias.
“Los sueños se cumplen, pero hay que ir por ellos”, dice. Su historia es un recordatorio poderoso de que el talento sin acción no es suficiente, que la valentía no es ausencia de miedo, sino voluntad de avanzar a pesar de él.
Y si alguna vez te preguntas por qué el Maratón de Boston tiene como emblema un unicornio, ella tiene la respuesta: “Es lo que parece inalcanzable, pero no imposible. Así es como me sentí al cruzar esa meta. Como una mujer que se atrevió a soñar en grande… y alcanzó al unicornio”.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 190, junio 2025)
