Rostros locales: Amor a la enfermería, la inspiradora historia de Yuliet Filiu

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

Nacida y criada en el poblado rural de Altagracia, en Camagüey, Yuliet Filiu López siempre soñó con dedicarse a la medicina.

Desde niña jugaba a ser doctora y, con esfuerzo y dedicación, logró hacer realidad ese sueño. Su educación en Cuba estuvo marcada por el sacrificio, pero también por el orgullo de recibir una formación de calidad en una época en la que los maestros aún inculcaban valores y principios fundamentales.

Tras seis años de intenso estudio y sacrificios, Yuliet se graduó en 2015 como Doctora en Medicina. Sin embargo, la precariedad en la enseñanza no pasó desapercibida: la escasez de materiales de estudio, la falta de acceso a computadoras y las dificultades de transporte fueron constantes retos; la alimentación deficiente y las difíciles condiciones en las residencias estudiantiles hicieron de su formación un verdadero desafío.

Ejercer la medicina en Cuba no fue lo que esperaba. Durante su servicio social en Jimaguayú, se encontró con una realidad desalentadora: la falta de insumos médicos impedía ofrecer tratamientos adecuados a los pacientes. A pesar de conocer los diagnósticos, muchas veces no podía hacer nada para ayudar a los enfermos porque simplemente no había medicinas ni recursos. Se sintió frustrada al ver que sus conocimientos eran inútiles.

Además, el bajo salario la hacía depender de medios alternativos para sobrevivir. “Me sentía con las manos atadas”, recuerda Yuliet. Un vendedor ambulante de frutas o un taxista privado ganaban más dinero que un médico, cuyo sueldo apenas alcanzaba para costear el transporte al hospital. La situación la llevó a reflexionar sobre la falsa promesa de una educación gratuita, pues aunque no se pagara directamente, la deuda con el sistema se cobraba en sacrificios, restricciones y control. La opción de una misión médica no era viable para ella, pues sabía que abandonarla significaría no poder ver a su familia por años.

En 2016, tomó la difícil decisión de emigrar a EEUU, dejando atrás su carrera, su hogar y su vida tal como la conocía. Al llegar, enfrentó múltiples obstáculos: la barrera del idioma, la adaptación a un sistema de salud completamente distinto y la incertidumbre laboral. Sin embargo, su determinación la llevó a obtener la certificación de asistente médico y, después de muchos intentos fallidos, finalmente consiguió su primera oportunidad de trabajo. Con el tiempo, perfeccionó su inglés y ganó experiencia en distintas especialidades médicas.

Ser bilingüe le abrió muchas puertas, pero Yuliet siempre supo que su meta iba más allá. Con gran esfuerzo, logró completar sus estudios en enfermería en una universidad de Puerto Rico, obteniendo el título de RN-BSN, una oportunidad que muchos médicos cubanos aprovechan para reinsertarse en el campo de la salud en EEUU. Este proceso implicó largas horas de estudio, exámenes desafiantes y una gran capacidad de adaptación al nuevo sistema de enseñanza y práctica médica.

El camino no fue fácil. Equilibrar sus estudios con la responsabilidad de un hogar y una familia requirió disciplina y claridad en sus prioridades. Pero su mayor fortaleza ha sido precisamente su familia, quienes la han impulsado a seguir adelante y superar cada obstáculo. La clave de su éxito ha sido establecer metas claras y trabajar incansablemente para alcanzarlas.

Hoy, Yuliet ejerce su profesión con orgullo y gratitud por cada lección aprendida en su viaje. Además, su experiencia le ha permitido ayudar a otros inmigrantes que, como ella, buscan abrirse camino en un nuevo país. Sabe que el proceso de reinvención profesional puede ser agotador, pero también profundamente gratificante.

Su historia es un testimonio de perseverancia y valentía. “El cielo es el límite y nadie tiene el poder de frenar nuestros sueños”, afirma. “No tengas miedo a fracasar, ten miedo a no intentarlo”. Yuliet es un ejemplo de que, con determinación, cualquier meta es alcanzable, sin importar cuán difícil parezca el camino.  

Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 187, marzo 2025)

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