Rostros locales: El amor en la tercera edad…

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El amor no tiene edad, y prueba de ello son las conmovedoras historias de tres parejas que encontraron la felicidad en su madurez dentro del “Centro Access Care”, un centro de cuidado diurno para adultos mayores. Ramón Domenech y Mercedes Sánchez, Ilario Portales y Delia Álvarez, e Roberto Finalés y Enedina Martínez son ejemplos vivos de que el amor puede florecer en cualquier etapa de la vida. Aunque sólo una de estas parejas compartió su historia, su testimonio es un recordatorio de que el cariño, la complicidad y la ilusión no desaparecen con los años.

Un encuentro inesperado

Mercedes Sánchez y Ramón Domenech

Ellos no buscaban el amor. Llegaron al centro de día por distintas razones: compañía, distracción, un lugar donde compartir con personas de su edad. Pero, sin darse cuenta, el destino tenía otros planes. Sus miradas se cruzaron en una de las actividades del centro, y con el tiempo, una simple amistad se convirtió en algo más profundo.

“Al principio, solo hablábamos de cosas triviales: el clima, los recuerdos de nuestra juventud, nuestras familias. Pero poco a poco, descubrimos que teníamos mucho en común y que nuestras conversaciones nos hacían sentir vivos otra vez”, nos cuenta la pareja.

Uno de los recuerdos más especiales que comparten es el instante en que se dieron cuenta de que estaban enamorados. No fue un flechazo repentino, sino un sentimiento que creció con el tiempo. “Un día, él tomó mi mano sin darse cuenta, y sentí una conexión especial, algo que no había sentido en mucho tiempo”, confiesa ella con una sonrisa.

Un amor que evoluciona con la edad

Idelia Alvarez y Hilario Portales

Para ellos, el amor en la tercera edad es diferente, pero no menos intenso. Han aprendido a valorar más la compañía, el respeto mutuo y la paciencia. “Cuando eres joven, todo parece urgente. Pero ahora entendemos que lo importante es disfrutar cada día, sin presiones ni expectativas irreales”, reflexiona él.

Su día a día está lleno de momentos simples pero significativos. Desde compartir una taza de café por la mañana hasta bailar juntos en las actividades del centro, han encontrado en los pequeños detalles la verdadera felicidad. “Nos encanta escuchar música, pasear por el jardín y simplemente conversar. No necesitamos grandes cosas, sólo estar juntos”, dicen.

Una lección para las nuevas generaciones

Para quienes aún dudan de que el amor puede llegar en cualquier momento, esta pareja tiene un mensaje claro: nunca es tarde para enamorarse. “Lo más importante es abrir el corazón y dejar atrás los miedos. A veces, creemos que ya no es para nosotros, pero la vida siempre puede sorprendernos”, aconsejan.

Roberto Finalés y Enedina Martínez

También destacan la importancia de la comunicación y la paciencia en una relación duradera. “Hablar de todo, respetar las diferencias y nunca dar por sentado a la otra persona es clave”, concluyen.

Más allá de su propia historia, quieren dejar un mensaje a los más jóvenes sobre el amor y las relaciones. “Hoy en día, todo parece tan rápido, tan efímero. Pero el amor verdadero se construye con paciencia y dedicación. No se trata sólo de momentos felices, sino de superar juntos las dificultades”, afirman con convicción.

Este testimonio es una muestra de que el amor no tiene fecha de caducidad. En la tercera edad, con más experiencia y menos prisas, puede vivirse de una manera aún más plena y auténtica. Porque, al final del día, el amor sigue siendo el motor que da sentido a la vida, sin importar la edad.

Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 189, mayo 2025)

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