Rostros locales: Ulises Hernández, 29 años de vivencias en la ciudad de Louisville
El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad
Irse a vivir al extranjero no es fácil, es lanzarse a una aventura; y más que una aventura, es un desafío. Así nos cuenta nuestro entrevistado, quién en este mes completa 29 años viviendo en esta ciudad.
Nací en Maternidad Obrera, Marianao, en La Habana, pero por mi padre ser preso político nos movieron hacia Pinar del Río cuando sólo tenía 3 años, por lo que me considero pinareño 100%.
En el año 93 mi padre presenta su caso ante la oficina de intereses de norteamericana en Cuba y fuimos aprobados para viajar a EEUU con una visa de refugiado político. En ese mismo año comenzaron a entrar las personas a la Base Naval de Guantánamo y hasta el 16 de junio de 1995 es que podemos viajar, llegando a Kentucky al siguiente día, 17 de junio.
Fueron sentimientos algo raros cuando vi este país por primera vez. Me sorprendió el desarrollo sobre todo, aunque yo había visitado algunos países, todos eran del Tercer Mundo al igual que Cuba, y en aquellos momentos no se notaba la diferencia.
Venir a Louisville… realmente fue algo gracioso, pues todos me decían que la ciudad era como el viejo oeste: caballos, botas y pistolas… Eso me llamó la atención, ni hablar cuando me di cuenta de que toda era mentira, me sentí algo aliviado.
¿Cuáles fueron algunas de las dificultades que tuviste para acoplarte a estar fuera de Cuba?
Primero el idioma, sólo hablaba español y algo de ruso, era el idioma que me habían enseñado en Cuba. Además, adaptarme a la cultura, teniendo en cuenta que en aquellos tiempos nadie hablaba español por estos lugares. Si querías comida cubana tenías que encargárselo a alguien que viajaba a Miami, imagínate.
¿Cómo llegas a formar parte de la Asociación Cubano Americana de Kentucky?
Hace años conocía de ella, y tenía alguna comunicación con algunos miembros, pero el tiempo no me permitía hacer más allá de mi trabajo. Hasta que abrí mi propia compañía y eso me libera de alguna manera para apoyar en otras actividades, pero siempre desde la oscuridad, no me gustan los agradecimientos, ni nada por el estilo. Al final no hago mucho, sólo ayudo a la comunidad cubana en lo que puedo, y trato dentro de mis posibilidades, dar empleo a los recién llegados.
Nuestra comunidad ha dado un cambio abismal desde que llegué hasta ahora. De no tener un local latino a tener restaurantes, oficinas de seguros, doctores, tiendas, puestos en el gobierno, policías, tiendas de moda, y que el Senado de Kentucky nos reconozca; ¿Qué más podemos pedir?
¿Qué es lo más disfruta de Louisville, Kentucky?
Lo que más me gusta son las destilerías de Bourbon, en mis ratos libres trato de visitarlas, al igual que sus parques, lagos, y por supuesto, nunca falto al Kentucky Derby.
Realmente nada, todo cambio lleva su tiempo, aunque personalmente me gustaría quitar un poco de ayuda económica a los recién llegados, pues todo lo que regalas se convierte en una obligación. Yo estoy en contra de todo lo “regalado”, pues eso mal acostumbra las personas, les quita el incentivo y el deseo de sacrificarse, además de que realmente nada es gratis, eso lo están pagando otros con los impuestos
¿Qué te gustaría que fuera diferente?
Les aconsejaría a los recién llegados que se acoplen a las costumbres de este gran país, que aprendan el idioma; y que trabajen mucho y den lo mejor de sí. Este es un país de oportunidades, y todo el que se rompa la vida trabajando y manteniéndose dentro de lo legal, llega lejos.
No se dejen influenciar por aquel que lo quiera llevar por el camino fácil, el camino fácil solamente tiene dos salidas. No hay nada mejor que triunfar en este país; no es fácil, pero se logra.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano, Edición 178, junio 2024