Rostros locales: Grisel Ferrer, una vida entre el bolero y la percusión
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Grisel Ferrer Báez, conocida con el nombre artístico: “Grisel Grisel”, es una artista polifacética que deja huellas en la música cubana. Desde su niñez, su vida ha estado profundamente ligada a la música y el arte, aunque inicialmente se formó como enfermera. Creció en Centro Habana hasta los 8 años, cuando su familia se trasladó a Alamar, donde vivió hasta emigrar de Cuba a los 49 años.
Su pasión por la música comenzó temprano. A la edad de 7 años, Grisel comenzó a estudiar percusión con la reconocida Caridad Loy, percusionista de la histórica Orquesta Anacaona, la primera agrupación femenina de Cuba. Desde entonces, la percusión y la música formaron parte esencial de su vida. En su adolescencia, Grisel se adentró en la música popular mientras estudiaba enfermería, una carrera que ejerció hasta 1995.
Aunque trabajó en el Hospital Naval y en el Hospital Ameijeiras, su verdadero amor era la música. En 1995, tras años de participar en concursos de interpretación en La Habana y formarse en canto y solfeo con prestigiosos profesores como Ovidio y Mercedes Valdés, así como la profesora Olga Díaz, Grisel decidió enfocarse de lleno en su carrera artística. Continuó estudiando percusión con el maestro Ricardo Abreu, conocido como “Papi”, y fue perfeccionando su técnica como intérprete y vocalista.
En los años 90, Grisel comenzó su carrera profesional en la prestigiosa empresa Adolfo Guzmán. Como parte de una agrupación, pasó por una evaluación satisfactoria que la lanzó como cantante solista. Simultáneamente, trabajó en cabarets con el espectáculo de Jorge Alí, presentándose en lugares como Guanímar, el Cabaret Nacional y Prado. Durante una década, fue una de las solistas principales del espectáculo, donde compartió escenario con músicos y bailarinas, consolidando su presencia en el mundo del cabaret cubano.
En 2004, Grisel grabó su primer disco con la disquera Egrem, un momento clave en su carrera. Además, asumió el rol de directora artística en el Castillito de Boca Ciega, donde se desempeñó también como cantante solista. Su trabajo con figuras como Kino Morán, María Cristina Fuente, y Beatriz Márquez es sólo una muestra de su extenso recorrido en la música cubana. Su versatilidad le permitió formar parte del catálogo de El Gato Tuerto, donde realizaba el primer show de la noche, justo antes de la legendaria Juana Bacallao.
Grisel se define como una cantante versátil, con un rango de mezzosoprano y contralto que le permite interpretar diversos géneros, desde boleros hasta salsa romántica. Sin embargo, su verdadera pasión es el bolero, género en el que se identifica profundamente gracias a su capacidad para transmitir sentimientos con el estilo del feeling, una característica que atribuye a la influencia de la icónica cantante Elena Burke, su mayor inspiración.
A pesar de su amor por la música, Grisel enfrentó dificultades políticas en Cuba, lo que la llevó a emigrar en 2014. Su viaje fue largo y lleno de desafíos, cruzando fronteras hasta llegar a Estados Unidos. A lo largo de su carrera, ha sabido reinventarse y encontrar su lugar en la música, a pesar de los cambios en la industria. Actualmente, Grisel sigue manteniendo viva su pasión por la música, con un repertorio que abarca desde el bolero hasta la música pop y la salsa.
Para Grisel Grisel, la música es más que una profesión; es su forma de expresar su verdad, su pasión y su historia. Su versatilidad, experiencia y amor por el escenario hacen de ella una artista única, una mujer que ya ha dejado una marca indeleble en la música cubana y que sigue compartiendo su arte con el mundo.
Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 183, noviembre 2024)