Rostros locales: De Holguín a Kentucky, el largo camino de un cubano que no se rindió

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

Dairon Daniel Díaz Díaz nació en Holguín, y creció en el pueblo de Buenaventura, en el municipio Calixto García. Su historia es una de esas que parecen escritas para inspirar, pero que se forjan en la lucha real, en la adversidad, en la fe inquebrantable de que sí se puede.

Su despertar político tuvo un punto de inflexión en 2019, durante el referendo constitucional impulsado por el régimen cubano. “Mi posición política cambió radicalmente cuando vi que se imponía un sistema político, una ideología y un partido único por encima de todo. El carácter irrevocable del socialismo dejaba claro que no existía otra vía para derrocar a la dictadura que no fuera en las calles”, recuerda.

Durante la pandemia del COVID-19, mientras el mundo se cerraba, el gobierno cubano abría sus puertas al turismo. El colapso del sistema sanitario fue inminente, y Dairon decidió utilizar sus redes sociales para denunciar lo que ocurría. El 11 de julio de 2021, aunque no participó en las manifestaciones por encontrarse en una ceremonia religiosa, siguió los acontecimientos muy de cerca. Pocos meses después se unió al Proyecto Archipiélago, impulsando una marcha para el 20 de noviembre.

Su activismo le costó caro. Fue citado por la Seguridad del Estado en dos ocasiones, interrogado y amenazado. “Querían procesarme por delitos comunes y hacer que perdiera mi trabajo para no poder mantener a mi familia”, relata. Aun así, no dio marcha atrás. Pero comprendió que dentro del sistema no había salida posible. En julio de 2022, luego de ser retenido nuevamente en el aeropuerto de La Habana, logró salir del país y cruzó la frontera hacia EEUU.

“El 19 de julio pisé tierra libre. La sensación de libertad y seguridad fue algo que nunca había experimentado. Aquí uno sólo necesita trabajar y cumplir con las leyes”, afirma.

Su nueva vida en Kentucky comenzó con trabajo duro, pero también con una nueva visión de servicio. Durante unas inundaciones en ese estado, vio por primera vez actuar a la Guardia Nacional, y supo que ese sería su camino. “Quería agradecer al país que me acogió y que ha sido refugio de tantos cubanos. Además, me ayudaría a obtener la ciudadanía y acercarme a mi sueño de ser policía”.

Entró en la Guardia Nacional en julio de 2024, tras superar con éxito las pruebas de ingreso. En diciembre de ese mismo año comenzó el entrenamiento básico y el AIT, culminando el 21 de mayo con su graduación. “Los entrenamientos fueron muy fuertes, sobre todo el invierno en Missouri. Entrenábamos con temperaturas bajo cero. Pero lo más difícil fue estar sin comunicación con mi familia”.

Hoy, Dairon se siente orgulloso de vestir el uniforme militar. “Esta es mi forma de luchar por la libertad. Defender al país más libre del mundo de sus enemigos internos o externos. Doy la vida por esta nación sin pensarlo dos veces”.

Su meta: ingresar a la Policía Nacional y servir desde las calles. “Es mi forma de contribuir y pagar la eterna deuda que todos tenemos con esta sociedad por acogernos y permitirnos luchar por un futuro mejor”.

A los jóvenes que aún viven en Cuba y sueñan con un cambio, les envía un mensaje: “No apoyen a la dictadura. No participen en actos que distorsionen la realidad. La solución está en manos de los cubanos, incluso de los que estamos fuera”.

Y si pudiera hablar con el Dairon que un día firmó una solicitud de protesta en Buenaventura, le diría: “No existen sueños imposibles ni metas inalcanzables. Todo se puede lograr si nos sacrificamos por lo que queremos”.

Hoy, desde Kentucky, sigue siendo activista, pero con otro uniforme y en otra trinchera. Su historia es prueba viva de que la libertad, cuando se persigue con convicción, siempre encuentra una forma de abrirse paso.

Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 191, julio 2025)

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