Rostros locales: Paola M. Galán, desde Santo Domingo a las batas blancas

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

Paola M. Galán Villar, es una joven dominicana que llegó a EEUU en 2007 con una visa de estudiante y una meta clara: convertirse en pediatra. Desde su tierra natal, hasta las aulas de la Universidad de Louisville. A lo largo de los años se ha establecido como una destacada pediatra en su comunidad, demostrando que la perseverancia y el deseo de servir a los demás pueden hacer realidad hasta los sueños más ambiciosos.

¿Qué la inspiró a convertirse en pediatra?

Desde pequeña siempre me llamó la atención la medicina, ya que mi padre es pediatra en República Dominicana. Crecí en este ambiente. Cuando empecé el bachillerato me involucré haciendo trabajos voluntarios en hospitales, orfanatos y centros comunitarios que ofrecían servicios de salud a personas de bajos recursos, y en mi tercer año de escuela de medicina, me convencí de que amaba la Pediatría, fue increíble la conexión que sentí con los niños, es un sentimiento indescriptible.

¿Qué cree que podría hacerse para aumentar la representación de médicos latinos en EEUU?

Como hispanos representamos casi el 30% de la población estadounidense. Sin embargo, sólo el 6% de los médicos se identifica como latino. Necesitamos más latinos en el campo de la medicina ya que la población latina sigue en aumento, y somos muy pocos los médicos que hablamos español en Louisville.  Sería ideal si ofrecieran becas para asistir a la escuela de medicina porque el costo es inasequible y eso muchas veces es un obstáculo; porque a pesar de que ofrecen préstamos estudiantiles, la deuda con que te gradúas es significativa.

¿Cuál ha sido el caso más memorable que ha tratado?

Gracias a Dios tengo memorias muy bonitas, especialmente con los pacientes que he tratado desde su nacimiento; verlos crecer y pasar por diferentes etapas de su vida ha sido muy gratificante. Sin embargo, también he pasado por momentos muy tristes y dolorosos. Uno nunca está preparado para ver morir a un paciente. Nunca podré borrar de mi mente la primera vez que tuve que enfrentarme a la muerte de un paciente que, aunque cuando llegó a mi cuidado en condición crítica, fue aún más devastador hacer el examen para confirmar muerte cerebral. Otro caso que nunca voy a olvidar fue cuando atendí a un adolescente con Síndrome de Down y yo era la primera persona que revelaba este diagnóstico a su madre. Esto sucedió durante un viaje médico que hice a Zambia, África junto a otros colegas donde atendimos niños en una aldea en Mwandi, una experiencia única e inolvidable, la cual me gustaría repetir en otros países de Latinoamérica.

¿Cómo se asegura de estar al día con los avances y cambios?

Siempre me mantengo asistiendo a conferencias, tomando cursos de educación médica, capacitándome y estudiando para poder estar al día, ya que siempre he dicho, como médico nunca terminas de estudiar y cada día se aprende algo nuevo. Soy también miembro de la Asociación Americana de Pediatría, y trato de mantenerme actualizada con nuevos diagnósticos de enfermedades, tratamientos y medicamentos.

Actualmente estoy preparándome para hacer mi certificación del Board de Pediatría, y trabajo para Family Health Centers, pero si Dios lo permite, mi plan a futuro es poder abrir mi clínica.

¿Cómo ha influido su cultura y herencia latina en su manera de ejercer la medicina?

Mi cultura y herencia Latina han influido de manera significativa. Por ejemplo: para mí es de vital importancia involucrarme y conocer a las familias de mis pacientes. Durante la visita del niño sano me gusta establecer esta conexión y tomarme el tiempo para conocer a mis pacientes y sus familias, que se sientan en confianza y que puedan irse a sus casas sintiéndose satisfechos y seguros. Tratar a los demás como quisiera que me trataran (“La Regla de Oro”), o mejor dicho, cómo quisiera que trataran a mis hijos, es mi filosofía.

Por Yanet KantAlma, El Kentubano (Edición 183, noviembre 2024)