Rostros locales: Un granito de luz en la vida de Roberto Ángulo

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

En abril de 2024, mientras caminaba por la comunidad de Louisville, Kentucky, me encontré con una escena que me conmovió profundamente.

En la intersección de Preston e India, cerca de un centro de lavado, vi a un hombre mayor que bajaba de un carro viejo. Tosía intensamente, su vestimenta estaba en mal estado y parecía estar a punto de desplomarse. No dudé en acercarme para preguntarle su nombre, su situación y cómo podía ayudarlo.

Su nombre era Roberto Ángulo, un cubano de 70 años que llevaba dos años viviendo en ese automóvil. Su historia me impactó. Era un hombre preparado, con un gran capital humano, que hablaba inglés y alemán con fluidez y que en Cuba había sido profesor. Sin embargo, la dura realidad del emigrante lo había llevado a quedarse sin hogar en un país donde no conocía a muchas personas y donde la vida le había sido difícil.

Ese día decidí tenderle la mano. Lo llevé a mi casa, donde pudo bañarse, afeitarse y descansar en una cama digna. Al día siguiente, con la determinación de buscarle ayuda, recorrí diversas instituciones de la comunidad. Sabía que Roberto tenía derecho a una vida mejor y que su situación podía cambiar con el apoyo adecuado.

Uno de los momentos más duros de su historia fue cuando sufrió una agresión brutal que lo dejó hospitalizado con una neumotórax. La persona responsable de la golpiza fue llevada a juicio, pero eso no cambió su realidad inmediata: seguía sin un hogar y sin recursos para sobrevivir.

Con el apoyo de Letty, una trabajadora social de la iglesia, logramos gestionar un apartamento en el downtown para él. No fue fácil, pero con persistencia y visitas constantes a distintas oficinas, logramos asegurarle un techo. Además, lo ayudé a tramitar el Seguro Social Suplementario para que pudiera contar con un ingreso que le permitiera pagar su renta, comprar alimentos y vestimenta.

Otro paso importante fue llevarlo a una de las oficinas de trámites que existen en nuestra comunidad, en donde le brindaron asistencia gratuita para tramitar su residencia permanente. Como ciudadano cubano, tenía derecho a solicitar su estatus legal en EEUU después de un año y un día de estancia en el país, pero había abandonado este proceso por falta de orientación. Ahora, gracias a la ayuda recibida, podrá regularizar su situación y reintegrarse plenamente a la sociedad.

A pesar de las dificultades, Roberto no ha perdido su espíritu de superación. Se ha inscrito en programas educativos, sigue estudiando y ha participado en actividades de apoyo comunitario. También lo he llevado al centro de cuidado de adultos Buena Vida, donde recibe alimentos y otros servicios esenciales. Pronto, esperamos que se convierta en miembro del centro y pueda acceder a más recursos que lo ayuden a recuperar su estabilidad.

Esta experiencia me ha reafirmado la importancia de la solidaridad y la empatía. En un mundo donde a veces la indiferencia parece ganar terreno, pequeños gestos pueden cambiar vidas.

Muchos piensan que estos valores se han perdido, pero la realidad es que todos podemos hacer algo por los demás. Solo se necesita un poco de tiempo, el mismo que dedicamos a una película o a una serie, para marcar la diferencia en la vida de alguien más.

Quiero invitar a todos en nuestra comunidad a no ignorar a quienes nos rodean. Somos inmigrantes, muchos de nosotros hemos pasado por momentos difíciles, y no sabemos cuándo podríamos estar en una situación similar. Ayudar no nos quita nada, pero puede significar todo para alguien que lo necesita.

Hoy, Roberto tiene un techo, una nueva oportunidad y, sobre todo, la esperanza de que su vida puede cambiar. Y eso, para mí, es la mayor recompensa.

Nota de la redacción de El Kentubano: Gracias Raquel Expósito por su ayuda desinteresada a favor de las personas necesitadas de nuestra comunidad.

Por Raquel Expósito, Coordinadora de actividades de la comunidad BV (Edición 188, abril 2025)