Opinión escrita: La Isla se vacía

• Boca de Camarioca. Entre 1959 y 1962 abandonan la Isla 250,000 personas.

• Vuelos de la Libertad. Entre 1965 y 1973 otros 300,000 compatriotas se suman al exilio.

• Puerto del Mariel. En 1980, después de los sucesos de la Embajada del Perú en La Habana, casi 125,000 cubanos deciden emigrar a USA a pesar de las amenazas y los Actos de Repudio.

• Crisis de los balseros. En 1994, un intento desesperado, se lanzan al mar en embarcaciones rústicas 30,000 compatriotas.

• Éxodo récord: En 2022 llegaron a las fronteras terrestres de USA, atravesando ciudades y selvas de Centroamérica y pagando astronómicos precios, más de 300,000 personas que esperan acogerse a la Ley de Ajuste Cubano.

Escapar, salir de Cuba como quiera, es la obsesión de millones de ciudadanos que se cansaron de las colas, los apagones, el hambre, la falta de libertad, la represión, las mentiras, la violencia, las falsas promesas y la corrupción de la cúpula dirigente que sigue exigiendo resistencia y sacrificio a un pueblo martirizado por 64 años mientras ellos no se limitan en lujos y comodidades. Cuba se derrumba, Cuba se muere, Cuba se vacía.

Si se practicara una encuesta en todas las regiones de la nación con una sola pregunta: ¿Quiere usted emigrar?, a nadie extrañaría que el “Si” estuviera rondando el 90 o el 95 por ciento. Aquel país que una vez fuera llamado “… la Tierra más linda que ojos humanos han visto…”, y que se hizo famoso por su alegría, por sus luchas libertarias, por sus carnavales, por su azúcar, por sus colores, por el dulce aroma del tabaco, por su sentido musical, por la genialidad de un ajedrecista, por su ron de alta calidad, por sus poetas, por sus playas paradisíacas y por su risa sincera, hoy parece condenado al abandono y la ruina.

Todos se van, todos nos vamos. No importa a qué lugar porque hasta en el fin del mundo se está mejor. Cuba es aquella casona de los abuelos que siempre estuvo animada los fines de semana, las navidades, los cumpleaños, donde había lugar para la familia y los amigos, pero con el paso del tiempo, cuando aquel padre violento y holgazán se hizo cargo, comenzó la decadencia y todos decidieron irse. El maltrato y el desprecio a la madre y los hijos se hizo intolerable. Aquel padre-gobierno, que no trabajaba y que pedía dinero para alcohol y mujeres, siempre se lamentaba de la mala suerte, de la envidia del vecino, de la pereza de los muchachos que no ayudan, y para desahogar sus penas no encontraba mejor remedio que gritar y golpear a los suyos. Alguno se reveló, otros hicieron silencio, todos se fueron.

Y es que la Casa-Cuba ya no es un lugar para niños a los que se les niega el chocolate y los juguetes en igual proporción.

Cuba no es un espacio para los jóvenes que se ponen metas en el cielo y sueñan con cambiar el mundo.

Cuba no es residencia para ancianos, aquellos que entregaron sus cuerpos y sus almas en nombre de la utopía y hoy tienen que rogar por un pedazo de pan y medicinas.

Cuba no es un terreno fértil para el arte y la ciencia pues entre la censura, las listas negras y la mediocridad no hay sitio para la creación, la experimentación y la innovación.

Cuba Socialista no fue nunca el paraíso para obreros y campesinos a los que se les impuso salarios miserables, la demolición de fábricas, la cooperativización de sus tierras.  

Cuba ya no es un país para mujeres que reconocen con disgusto que el oficio mejor remunerado es la prostitución.

Cuba no es un pedestal para los atletas y campeones que siguen extorsionados por el INDER y sus mafiosas conexiones.

Cuba no es para comerciantes y emprendedores pues las reglas del mercado se han organizado para favorecer a empresarios extranjeros y la familia Castro-Ruz.

Cuba dejó de ser templo para personas de Fe, que no tienen derecho a la educación religiosa de sus hijos, a la pública celebración de cultos o a la libre reunión de creyentes.

Cuba no es la Patria de hombres sinceros y dignos que pensaron Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo y José Martí pues la verdad se persigue y sólo se premia al que aplaude, al chivato, al sumiso con un carnet rojo.

Cuba no es el hogar para todos sus hijos. La intolerancia y la estupidez han cerrado la puerta al que piensa diferente, al que no baja la cabeza, al que disiente.

Cuba se está desintegrando, está colapsando, se queda vacía. A pesar de todo, a pesar de ellos, ¡Cuba será libre!

Por Ernesto Ramon Domenech Espinosa, Facebook.  Foto: USBPChiefMIP-Twitter

(El Kentubano, edición No. 163, marzo 2023)

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