Régimen castrista controla todo y se aprovecha del exilio cubano para enriquecerse

El comunismo cubano ha sido metódico y repetitivo en sus estrategias de supervivencia y ha sido sistemático hasta el punto de ser predecible. El uso del terrorismo de Estado se inició inmediatamente después de tomar el poder en 1959. Sin embargo, esto demostró pronto que no era suficiente. El régimen castrista también se ha apoyado en la geografía y en una política de inmigración políticamente dirigida para lograr el control social. A medida que un número récord de cubanos llega a la frontera sur de Estados Unidos, el enfoque de la válvula de escape de La Habana es evidente. La inmigración es otra de las armas de durabilidad política del castrismo.

La Insurrección Popular Cubana del 11 de Julio de 2021 (11J) hizo estallar al castrocomunismo. Hannah Arendt apuntó con agudeza que el componente más seminal de un régimen totalitario era su capacidad de organizar cohesivamente la sociedad y el poder político. La magnitud de las manifestaciones masivas del 11J convenció a la dictadura marxista de que su capacidad de organización era gravemente deficiente. 

El sistema de prisiones políticas de Cuba se ha llenado de manifestantes del 11J. Cientos de manifestantes ya han sido “juzgados” en juicios falsos y condenados a penas de cárcel de hasta 30 años. La idea es infligir un severo escarmiento y atomizar a la población afianzando el miedo. Erika Guevara-Rosas, de Amnistía Internacional (AI), lo definió bien. La directora para las Américas de AI dijo: “A través de una serie de procedimientos y juicios injustos y opacos contra manifestantes en las últimas semanas, las autoridades cubanas han continuado librando una campaña de criminalización con el único objetivo de restablecer la cultura del miedo que se rompió el año pasado cuando la gente salió a las calles a expresarse”.

El régimen comunista observó correctamente que el país que han controlado durante más de seis décadas es hoy un hervidero de rebelión. Las reivindicaciones de las miles de personas que salieron a la calle el 11J pedían, no una mejora material, sino la libertad y el fin del comunismo. En otras palabras, el castrismo tiene un problema crónico de agitación popular. Inmediatamente, se puso en marcha la opción del éxodo.

La psicología detrás del esquema castro-comunista es rudimentaria. Si los cubanos encuentran plausible abandonar el país con la esperanza de llegar a la tierra de la libertad, instalándose en las comunidades de exiliados de numerosos estados americanos (FL, NJ, NY, IL, CA, NV, TX y KY), la dictadura comunista apuesta a que los desafíos a su autoridad disminuirán. A medida que partes de la sociedad cubana planean su salida, el régimen de Castro concluye con seguridad que la gente estará preocupada por irse y vivir libre y próspera en el extranjero, en lugar de ser miserable, rebelde y oprimida en la isla.

La geografía, en el caso de Cuba, significa tener el agua como frontera inmediata. El estrecho de la Florida se ha convertido en un cementerio para miles de cubanos que buscan la libertad. Mientras que, no obstante, muchos se han arriesgado al peligroso paso por aguas infestadas de tiburones, otros han preferido un éxodo terrestre a través de Sudamérica y Centroamérica, hacia México y, con suerte, cruzar la frontera sur de Estados Unidos. Para esta alternativa (que es un terreno igualmente peligroso de selva y criminalidad de cárteles de la droga), el castrismo siempre ha contado con la disposición de un cómplice para facilitar el empleo de este éxodo políticamente calculado.  

Nicaragua, dictadura socialista tutelada por el castrocomunismo, levantó todas las restricciones de visado para los cubanos en otoño de 2021. Cuatro meses después del 11J, la dictadura de la isla aparentemente presionó al régimen Ortega-Sandinista para acomodar este esquema. Como el castrismo se ha convertido en un ávido actor del capitalismo de Estado, ofreció a los autócratas centroamericanos algunos incentivos monetarios. Con un billete de avión medio a Managua desde La Habana que cuesta unos 3,400 dólares cada uno, los emporios empresariales de Castro y Ortega seguramente están abultando económicamente con estas operaciones. Coincidentemente, el gobierno mexicano bajo el aliado de Castro, Manuel López Obrador, está cooperando plenamente. Los casos de autoridades en México que revisan documentos a los cubanos no son tan diligentes como antes.

Tras las manifestaciones masivas de agosto de 1994 en La Habana, conocidas como el “Maleconazo“, el régimen castrista permitió tácitamente la salida de cubanos del país. El resultado fue el éxodo de balseros de 1994, en el que más de 30,000 llegaron a Estados Unidos en balsas improvisadas. A partir de entonces, se estableció un mecanismo regulado de 20,000 visados anuales para que los cubanos pudieran entrar legalmente en Estados Unidos. Durante el reinado de Rafael Correa, un socialista acérrimo, Ecuador sirvió como punto de transferencia desde 2007 hasta 2017.

Antes de los éxodos mencionados, se produjeron la Flotilla del Mariel (1980), los Vuelos de la Libertad (1965-1973) y la Flotilla de Camarioca (1965). También en todos estos casos, el régimen castrista abrió la escotilla de escape con la intención de sofocar una posible rebelión popular dentro de Cuba. Si bien es cierto que a lo largo de los años sesenta y setenta muchos de los que salieron, volvieron a la isla para combatir el régimen comunista, el castrismo siempre se ha sentido más seguro, y lo sigue estando, teniendo al enemigo a distancia.         

Fuente: Por Julio M. Shiling, elamerican.com

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