Opinión: Moraleja de las midterms, candidatos débiles no ganan elecciones

Para los republicanos, todo era alegría antes del cierre de los comicios del pasado martes 8 de noviembre. Las expectativas eran muy altas y no era para menos. Joe Biden llegaba a las midterms como el presidente más impopular de los últimos 20 años, arrastrado por una inflación récord, el crimen en alza y una inmigración ilegal preocupante. Con todo este panorama, ¿qué podía salir mal para el GOP?

Con una elección histórica de Ron DeSantis y Marco Rubio en Florida, uno de los estados más rápidos para entregar los resultados, todos los pronósticos vaticinaban una enorme “ola roja”. Sin embargo, a medida que fueron pasando las horas, este fenómeno natural, mitad político y mitad meteorológico, fue perdiendo fuerza y finalmente llegó a la costa de los Estados Unidos como una “olita”.

Dentro del Partido Republicano, una persona en particular se llevó todas las miradas: Donald Trump. Si bien el carisma del expresidente tiene una gran atracción electoral, sus candidatos al Senado cayeron derrotados en elecciones clave (y ganables), como Pennsylvania, Arizona (todavía no se decidió pero Blake Masters está bastante detrás de Mark Kelly), New Hampshire y todo está por verse en Georgia.

En otras palabras, como habían adelantado Mitch McConnell y Ben Shapiro, entre otros, la calidad de los candidatos es muy importante. Algunos suponían que la ola roja iba a ser tan poderosa que iba a empujar a estos candidatos a la línea de meta. Sin embargo, este no fue el caso y los republicanos dejaron escapar carreras clave.

Con opciones más atractivas en las primarias, Trump optó por apoyar una serie de candidatos polémicos en estados púrpura y los resultados no fueron los esperados, como Blake Masters, Don Bolduc, Mehmet Oz, Kari Lake, Doug Mastriano, Tim Michels, Herschel Walker y JD Vance.

Algunos perdieron elecciones absolutamente ganables, caso Oz, Bolduc, Masters, Michels y Mastriano. Otros, como Vance, mostraron un desempeño muy por debajo de lo previsto, y luego está el caso de Walker, quien deberá ir a una segunda vuelta con Raphael Warnock.

Lejos de nacionalizar las elecciones importantes y hacerlas un referéndum sobre las políticas de Biden, estos candidatos alejaron innecesariamente a los independientes y se llevaron una (no tan) sorpresiva derrota.

¿Sorpresa? Los candidatos fuertes ganan elecciones

Sobre este punto, no existe ejemplo más claro que Brian Kemp. Gobernador de Georgia, enfrentó una fuerte candidata como Stacey Abrams y la derrotó por más de 6 %. Caso similar es el de Mike Dewine. Mientras Vance venció a Tim Ryan por 6 %, el gobernador de Ohio le sacó 26 % a su retador demócrata.

Ambos corrieron con su récord como respaldo y no transpiraron el día de las elecciones. Se aseguraron otros cuatro años de mandato gracias a sus políticas en el gobierno local y no se metieron en batallas innecesarias, como Tim Michels en Wisconsin. En un estado no muy religioso, el candidato a gobernador hizo del aborto uno de sus temas principales de campaña.

También está el caso de Texas, estado que al principio de las elecciones se suponía más competitivo, pero que al final Greg Abbott terminó ganando con facilidad frente a Beto O’Rourke.

Por supuesto que es imposible no mencionar a Ron DeSantis, quien ganó su primera elección por 0, 4 % y hace unos días renovó su estadía en la gobernación de Florida por casi 20 %.

Sobre la fortaleza de los candidatos, Ben Shapiro realizó una interesante analogía usando un delicioso postre:

“Piense en la política como un pastel. Bien, el pastel tiene un par de elementos. Tiene el pastel y tiene el glaseado. Los republicanos se sienten muy atraídos por el glaseado, nos encanta el glaseado, el glaseado es la batalla cultural, en la que se lucha contra la salvaje agenda de la equidad de los demócratas, luchas contra la transición de los niños y todo ese tipo de cosas. El glaseado es muy importante, no se puede tener un gran pastel sin el glaseado, pero si lo que hay debajo del glaseado no es en realidad un pastel, es solo una bolsa de basura”, comenzó el analista político.

Según Shapiro, “el pastel tiene que estar ahí”, como en el caso de Kemp o DeWine. Sin embargo, si existe un gran glaseado y un gran pastel, bienvenido sea.

Por lo tanto, detrás de esta “olita roja”, el GOP deberá mirar para adentro, hacer lo que tengan que hacer y poner el rumbo y todas las energías para el 2024.

Por Joaquin Nuñez, elamerican.com

Leave a Reply

Your email address will not be published.

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE