Rostros locales: Cesar Plasencia, persiguiendo un sueño en el Tae Kwon Do

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad…

“Uno de mis sueños es convertirme en campeón”, me cuenta mi entrevistado. Aunque es apenas un niño, Cesar Plasencia, tiene la madurez y la determinación de lo que quiere hacer en el futuro y para lograrlo, no solo es un buen estudiante, sino que entrena con dedicación para lograrlo.

“Yo nací en Estados Unidos, pero mis padres son de Pinar del Río, Cuba, por lo tanto, soy orgullosamente cubanoamericano. En mi casa tenemos dos banderas: la cubana y la americana. Nací el 14 de septiembre del 2010, que es el mismo día que mi abuelito Rubén cumple años”, me cuenta Cesar.

¿Cuándo comenzaste a practicar deportes?

“Yo comencé a practicar Tae Kwon Do, pues quería saber defenderme por si en alguna ocasión alguien me agrede y además practicar deportes te enseña valores como lealtad, honestidad y perseverancia. Comencé a practicar en marzo del 2018, en Hwangs Martial Arts en la locación de Okolona, en Louisville. Allí comencé con 8 años un poco nervioso, pero yo sabía que lo iba a hacer bien y por un buen rato pues me gustó mucho. Un día vi la película “Kickboxer” y me agradó tanto que quise aprender un arte marcial.” 

¿Por qué decidiste escoger este deporte?

“Mi papá Rubén fue quien me recomendó el Tae Kwon Do pues él lo practicó muchos años en Cuba, él además practicó un poco de Lucha Libre y Aikido. En nuestro sótano tenemos un saco de golpeo y nos íbamos a menudo a entrenar. No es fácil entrenar con mi papá porque él siempre me pide más para que lo haga perfecto y sé que él espera mucho de mí. “

¿Quién te anima y te ha inspirado a no rendirte?

 “Mi familia me anima a no rendirme, siempre me dicen que el camino fácil no te lleva a ningún lado, y para lograr lo que quieres tienes que darlo todo en el intento.”

¿En qué eventos deportivos has participado?

1er Torneo de Ping Pong celebrado este año, organizado por la ACAK y El Kentubano

“Participé en 2 torneos en los cuales obtuve la medalla de oro en ambas ocasiones, cada vez que tenía una competencia veíamos el día anterior alguna película inspiradora y motivadora como “Karate Kid”. En TKD me quedé una cinta por debajo del cinturón negro, desafortunadamente COVID-19 llegó y tuve que dejar de entrenar por casi dos años. A mí me gustan los deportes en general. Tuve la suerte de participar en el 1er Torneo de Ping Pong celebrado este año, organizado por la ACAK y El Kentubano, le gané a mi padre, pero perdí en la segunda ronda. Quizás no avancé más porque era el único niño participando y fue algo muy bueno, me llenó de orgullo cuando la revista mencionó que yo había participado.”

¿Qué otros deportes te encuentras practicando actualmente?

“Hace dos meses comencé a practicar dos nuevas artes marciales, Kickboxing y Jiu Jitsu brasileño. Los practico en Derby City MMA en Dixie Highway. Allí las cosas son un poco diferentes. En Tae Kwon Do todo es más suave, acá en la nueva escuela me estoy adaptando, pero siempre estoy ansioso por llegar al Dojo. Mi día favorito es el miércoles, donde estoy con el grupo de kickboxing avanzado y siempre tenemos combates. Mi sueño como deportista en estos momentos es participar en un futuro en algún torneo importante, en Jiu jitsu o Kickboxing, no será nada fácil pues para llegar al cinturón negro necesitas al menos 10 años de práctica, pero para allá vamos. “

¿Qué planes futuros tienes?

“En estos momentos estudio en Noé Middle School, mi enfoque es llegar a la universidad y estudiar una carrera exitosa como mi primo Emmanuel Roque Pérez, mientras tanto voy dando lo mejor de mí en el deporte y en la escuela”.

En mi caso personal, cuando era una niña y me preguntaban que quería ser cuando fuera grande siempre respondía lo mismo: quiero ser periodista. Con el paso de los años, cumplí uno de mis sueños, es por eso que siempre disfruto de entrevistar a los niños como Cesar Plasencia, porque cuando pase el tiempo y lea esta entrevista, recordará las metas que tuvo con apenas 11 años.

Por Yany Díaz, El Kentubano (edición 157, agosto 2022)

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