Rostros locales: Los originales, María Carolina Cosío, de la vieja guardia kentubana
“Si el mundo no girara, o el tiempo no existiese, entonces, jamás moriría. Jamás moriría tampoco nuestro amor, pero el tiempo no es necesario, nuestro amor es eterno, no necesitamos del sol de la luna o los astros para seguir amándonos”, escribió el poeta Mario Benedetti y son estos versos los que me inspiran a escribir esta historia.
Sentada en la sala de su casa, María Carolina Cosío recuerda cada detalle de ese momento en que conoció el amor de su vida, el Doctor Julio Cosío, con el que no solo tuvo dos hijas, pues con él formó una hermosa familia entre los primeros cubanos recién llegados a la ciudad de Louisville y por muchas décadas ayudaron activamente a sentar las bases de la comunidad.
“Nos conocimos en la Universidad de La Habana, había un incendio y nos acercamos a mirar todos los estudiantes”, recuerda María Carolina.
“Papi me contaba que la vio a distancia y que se dijo para sus adentros: “¡Con esa mujer me voy a casar!”. Jamás habían cruzado una palabra, pero fue un amor a primera vista. El hizo lo imposible por conocerla y fue el comienzo de un noviazgo que duro cinco años y el inicio de una historia de amor, me cuenta su hija Vivian. Mi papá estudiaba Medicina y mi madre estudiaba farmacia, ella era de Marcane, Oriente, y el de Camagüey.
¿Cuándo llegan a los EEUU?
En los primeros años de la llegada de Fidel Castro al poder salimos de Cuba rumbo a Madrid con nuestras hijas. Tuvimos la oportunidad de huir del terror en que se estaba convirtiendo Cuba en esos momentos. Julio había realizado su residencia médica en Cincinnati y había conocido al Dr. Mayer Bizor, quien viajó hasta Madrid para proponerle abrir una consulta juntos. Llegamos en junio de 1967 y nos establecimos aquí al año siguiente.
María Carolina, durante décadas su esposo y usted ayudaron a muchas familias en Kentucky, entre ellas miles de cubanos. ¿cierto?
Sonríe-. “Era nuestro deber”.
Miro a Vivian, quien me muestra un álbum de fotos con cientos de cartas y dedicatorias de muchas de esas familias.
“Yo no conozco a dos padres que amaran más a sus hijas que los míos. Ellos eran dos profesionales y salieron de Cuba sin nada y lucharon por nosotros siempre. Ambos siempre tuvieron un corazón que no les cabía en el pecho. En la casa vivieron varias de esas familias que hoy son como si fueran hijos, hermanos y hermanas, o nietos para mami. Yo creo que es imposible de contar la cantidad de personas. Yo recuerdo que llamaban por teléfono y allí estaban los dos haciendo algo por el que llegaba. Con frecuencia esas pocas familias que había en la ciudad de Louisville nos reuníamos, y aun conservamos esa amistad. Ese grupo de amigos sigue inquebrantable, aunque pasen los años.”
Con el paso de los años cuando fue creciendo ese grupo de familias ¿Cómo se conocían entre ustedes?
“Somos cubanos. Nos avisaban muchas veces de las Caridades Católicas o entre los mismos amigos, y anotábamos todo lo que hacía falta e íbamos para allá con lo que fuese. Aquí tuvimos cerca de un año algunas familias.”
Si, pero me cuentan que no ha cambiado mucho a lo largo de los años…
“Mi mamá no conoce la palabra “extraño”, porque donde llegaba, ya fuera una tienda, donde fuera, si ella escuchaba que alguien hablaba español ella se presentaba y le daba la bienvenida. Ella, en su ADN, en su corazón siempre ha sido única. Los dos han sido personas únicas. Siempre sintieron esa necesidad de ayudar y de crear esos lazos únicos entre cubanos en esta ciudad. Ella ha sido y será única. Ahí con sus 92 años sigue manteniendo esa misma esencia. Cuando mi padre murió fueron muchas las personas que no solo lloraron su muerte, sino que agradecieron el privilegio de conocerle”, me cuenta Vivian.
El Doctor Julio Cossío falleció en el año 2011. Él y su esposa Maria Carolina, cambiaron miles de vidas y ayudaron en un nuevo comienzo a cientos de familias cubanas. Por toda esa labor hermosa y desinteresada merecen el reconocimiento de nuestra comunidad.
Por Yany Díaz, El Kentubano (Edición 162, febrero 2023)
El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad