Cuba desde adentro: Carta de un amigo comunista arrepentido

Esta carta me la envió un amigo comunista arrepentido que hoy no está entre nosotros

Fotografia de Yohandry Leyva.

Hola mi hermano, y así espero me sigas viendo. Sigo siendo aquel con el que corrías en grupo al río, el mayor que te defendía en las peleas, con el que discutías, si tenías o no la razón de cómo iba esto por acá, de sí funcionaba o no el 31 y pa’lante. Me llamabas el “Comecandela” y yo a ti “Gusano”. Hoy tengo Facebook, te veo y me alegro por tus logros (ahora estoy seguro de que tenías la razón).

Yo sigo igual, un poco más quemado por el sol, años en un mismo trabajo que no me gusta pero que me obligan las circunstancias. Ya soy abuelo, acabo de pasar los 50; vivo en el mismo rancho, la misma rutina, mismos vecinos, algún que otro que ya partió y otros en espera de despedida de esta dimensión.

Recuerdo con que entusiasmo me recibiste cuando llegué de Angola, cuando me pusiste la mano en el hombro y me dijiste “Te salvaste en tablitas”… yo estaba orgulloso, pero tiempo después, esa frase me retumbaba al oído… y te juro, “Me salvé en tablitas”.

Mi hermano, quiero tragarme este orgullo, quiero abrazarte, darles un beso a los tuyos, a esos que alejé poniéndolos en una balanza contra algo que lo más que me ha traído es disgusto y sufrimiento. Esto cada día se deteriora más, las estructuras colapsan, los sentimientos se pierden, el odio arrecia. Ojalá y pudiera sentarme otra vez contigo y que me acercaras a entender ¿qué nos pasa?, ¿a dónde nos llevan?, ¿qué hicimos para merecer esto?

Perdóname por no atenderte como mereces, aquella primera vez que pisaste Cuba después de decir ya basta; te pido perdón, más que para que me perdones, para perdonarme a mí mismo. Créeme que estaba ciego; preferí un carnet que me hacía creer ser algo, a alguien que significaba mucho para mí, estaba honrando a mis represores.

Discúlpame con tus viejos, no quiero irme tan rápido, aunque aquí la medicina ayuda al deterioro, y aunque la enfermedad acelera, sigo con la fe de volverte a ver y pedirte perdón, de abrazarte como aquella vez cuando llegué de África, de decirte cuánto lo siento, de ver a tu esposa con la que llevas más tiempo que la edad de mi hija, de ver a tus hijos.

Hoy pienso que tal vez me hubiese sido difícil abandonar el sonido del arroyuelo, el olor a campo mojado o el trinar del sinsonte; pero me arrepiento de haber creído en lo que tú odiabas, de alejarme de ustedes.

Foto © David Estrada Rodríguez en Facebook Naturaleza Secreta de Cuba

A veces dudo que haya un culpable externo de nuestra miseria; siempre confié que esta revolución fuera por los pobres y para los pobres; ni cerca de eso. Todavía quiero creer que es posible, pero Pedro que luchó toda la vida por esto, tuvimos que reunir dinero para enterrarlo; María la de la esquina de Zayas, está muy enferma y ayer tuvimos que pedirle a Jesús, el que vive en Miami que está de visita, que la llevara al médico en su carro arrendado, no había gasolina para la ambulancia.

Me marcho de este mundo y temo que mis hijos me tomen como un cobarde que sirvió de combustible para que esta llama los consumiera; siento pavor que mis nietos no cuenten con un legado de su abuelo, que toda mi lucha la tiren al escusado, que me olviden.

Al final no entiendo cómo me dejé arrastrar a este pozo de mugre y pudrición, ¿cómo lograron convencerme de que ellos son los buenos y ustedes los malos?, ¿dónde perdí el hilo de la historia?, ¿dónde me engañaron?

Me extendí un poco, pero te debía esta disculpa por todos estos años de ignorar a los que creí equivocados, pero en el fondo los amaba. Lamento decepcionarte como el hermano mayor… TE QUIERO.

Fuente: Anónima, Facebook . Foto principal: Todocoleccion

Leave a Reply

Your email address will not be published.

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE