María del Carmen Garrido, una guerrera de las carreteras del país

Al momento de esta entrevista se encontraba al otro extremo del país. En cada momento de descanso me dio la oportunidad de conocer a una mujer de gran entereza, calidad humana, y de nobles principios.

María del Carmen Garrido decidió romper estereotipos establecidos para alcanzar su sueño: obtener la licencia de conducción CDL y manejar una rastra.

“Yo nací un 31 de diciembre en San Andrés, un pueblito a varios kilómetros de la ciudad de Holguín, en Cuba. Mi abuelo siempre me decía que mi mejor virtud era la sinceridad y el peor defecto la terquedad, y creo que ha sido eso lo que me ha llevado a lograr las metas que me he propuesto, incluso cuando muchas personas dudaban que podría lograrlo”, me cuenta María.

¿En Cuba tenías una profesión totalmente diferente cierto?

Totalmente diferente. Trabajé en Comunicaciones por muchos años y luego en Comercio Interior por 18 años como administradora de bodegas, hasta que decidí emigrar a los EEUU y llegué aquí hace 8 años, el 15 de noviembre del 2013. Al inicio yo hice todo tipo de trabajos, esa supervivencia de los primeros años por la que pasamos muchos emigrantes, pero siempre tuve mis metas claras.

¿Cuándo decides obtener tu licencia?

Una parte de mi sueño americano era obtener mi licencia de manejar camiones grandes, la licencia de manejo comercial (CDL). Creo firmemente que quien persevera triunfa, y el 2019 para mi fue un gran año, fue sin dudas mi año de gloria, en todos los aspectos, pues me convertí en ciudadana de este país y logré obtener mi licencia.

¿Existen muchos prejuicios en cuanto a esta profesión, como fue su experiencia?

Cuando les contaba a las personas que quería obtener mi licencia, el 99 por ciento me decía que estaba loca, que era mujer, que si la edad, etc. Pero yo me siento joven y es lo que importa, así que apenas reuní el dinero me fui a la escuela, y allí era yo quien les daba ánimos a los demás. Jamás dudé un minuto que esto era lo que iba lograr, y hoy he motivado a muchos jóvenes y hasta a mi hermano para que obtengan su licencia. Me he ganado el respeto en esta profesión y soy miembro de clubes de mujeres camioneras. ¡Porque aquí también otras mujeres que manejan camiones! Cubanas son pocas, pero si las hay.

¿Cómo fueron los inicios manejando un camión?

Fueron durísimos, los equipos con los que he trabajado son con hombres, y mi primer viaje fue con un tráiler refrigerado por todo el país. Uno tiene que concentrarse porque este trabajo se trata de manejar una mole de hierro y yo soy precavida. No me da miedo manejar una rastra más de 700 millas en la noche porque lo hago con toda la precaución posible y tengo mucha paciencia. He recorrido el país entero, soy muy respetuosa con las velocidades permitidas y tomo mis descansos al pie de la letra, pues nada justifica manejar con sueño y poner en peligro a otras vidas humanas.

¿Qué consejo les daría a otros jóvenes que quieran dedicarse a esta profesión?

Yo, a todas las personas las motivo para que obtengan su licencia pues yo me siento orgullosa de lo que hago. Una vez que la obtengan mi mejor consejo es que sean responsables, pues en esta profesión los excesos se pagan con tristeza y dolor. Para llevar a cabo este trabajo siempre tienes que subir a la rastra, la primera es con Dios, la segunda es con paciencia, y la tercera es con la responsabilidad de guardar siempre las distancias.

Cuando usted lea esta entrevista, María se encontrará recorriendo todo el país en su rastra, rompiendo esquemas y motivando a todo aquel que se encuentra a dedicarse a esta profesión.

Por Yany Díaz, El Kentubano, (Edición 150, Febrero 2022)

Exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad. Un homenaje al emprendimiento y a la libertad individual del Capitalismo.

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