Rostros locales: Sandra Castro Zaldívar, ayudando al resto es mi manera de agradecer todo lo que he recibido

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

“Cuando llega un emigrante al hospital, en la parte de admisiones, enseguida trato de atenderle y ayudarle en su proceso. Cuando no hablan el idioma, me siento con el deber de guiarlos hasta el final. Me recuerdan cada paso que di en este país o cada obstáculo que me tocó enfrentar por no hablar el idioma inglés, y siento que Dios me dio la oportunidad de poder ser útil en momentos en que implican algún problema de salud”, me cuenta la cubana Sandra Castro Zaldívar.

Aún recuerdo la primera vez que la vi, pensé que no era cubana. Nos encontrábamos en el Norton Women’s and Children’s Hospital en la ciudad de Louisville y no olvido que en apenas segundos sentimos la tranquilidad de haberla conocido. Enseguida nos dijo que era cubana y nos llevó hasta la puerta de la consulta. Le pregunté cómo se llamaba, y ¡vaya mundo pequeño! no puedo ocultar la emoción de que en el día de hoy nos abra las puertas de su casa para entrevistarla.

“Yo llegué a los EEUU en el año 1996, tenía apenas 19 años y me fue difícil poder aprender el idioma. Cuando estoy allí y veo otros latinos, digo para mis adentros que Dios me puso allí para ayudar al prójimo. Pienso en la oportunidad de crecer que me dio este país, y quiero agradecer de esa forma todo lo que he recibido”.

¿Cómo llegaste a los EEUU?

“Mi padre se ganó el sorteo de visas en el año 1993. Pudo venir delante con mi hermano, mi madre y yo nos quedamos atrás. Recuerdo lo mucho que los extrañaba y poder llegar a reunirnos después fue gracias al pastor venezolano Pedro Zayago, ya fallecido, y a la Iglesia Bautista, quienes colaboraron para que nos fuera posible hacer realidad ese sueño. Siempre pienso en mis padres. Sin ellos no estaríamos mi hermano y yo aquí hoy.

Si mi padre no hubiera tenido el coraje de inscribirse en la lotería de visas en momentos en los que en Cuba te hacían hasta actos de repudio por eso o te despojaban de lo que tenías, no estuviera aquí hoy. Ellos y mis hijos han sido mi inspiración. Hay otra persona muy especial en mi vida que desde 1999 ha sido parte de mi jornada La Pastora Eva Webster, de Panamá. Ella y su familia me abrieron las puertas de su casa y corazón actualmente más que una amistad ella es parte de mi escuadrón de guerra, intercesora, una madre espiritual”.

¿De qué forma los obstáculos que enfrentaste te ayudaron a convertirte en quién eres hoy?

“Yo creo que cada obstáculo que me tocó enfrentar me ayudó a ser más fuerte y a poder ser un ejemplo para mis hijos. En los años 98 y 99 fui a estudiar al college, y al año tuve la bendición de convertirme en madre. Ellos fueron y son lo más importante que tengo. Si, no te niego que fue difícil. Pero hoy cuando pienso en ello, afirmo que Dios estuvo siempre a mi lado.

Hoy tengo tres maravillosos hijos y soy abuela, ellos son el motor impulsor de mi vida. También tengo la dicha de que me acompañe alguien especial, quien es mi pareja y es el complemento para seguir creciendo. Si pienso que mi soporte es la fe en Dios que me ha acompañado siempre. Por eso mi mejor consejo para alguien que llegue a este país es que no se rinda, que no pierda la fe, que van a pasar miles de situaciones que los van a convertir en personas fuertes, que busquen la palabra de Dios y que busquen superarse profesionalmente porque este país ofrece muchas oportunidades.”

Sandra, cuando recuerdas a esa joven de 19 años y ves todo lo que has logrado, ¿Qué sientes?

Orgullo y admiración, porque jamás pensé que lo iba a lograr, y no solo superar la barrera del idioma sino motivar a que otros lo hagan. Por eso quiero emprender en este 2024 y tengo varios proyectos para ello.

Por Yany Díaz, El Kentubano (edición 174, febrero 2024)

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