Consejos del profesor Mesa: ¿Mi hijo es un vago, por qué?
Por Braulio Mesa, ESL Newcomer Academy/ (502) 485-6324; braulio.mesa@jefferson.kyschools.us
En la última oleada de emigrantes que ha recibido nuestra escuela he notado la existencia de todo tipo de adolescentes. Los muy buenos, preocupados, estudiosos, respetuosos, educados, interesados por su futuro, etc. También han llegado los opuestos a estos primeros. Pero hoy nos centraremos en aquellos que no les gusta hacer nada, a los que no les enseñaron a ayudar en los quehaceres de la casa, a los que no les gusta hacer tareas en la escuela, o sea, a los vagos. Qué difícil es tener que conversar y tratar de hacer entender a estos adolescentes que van por un camino equivocado y que, en este país de oportunidades, hay veces que solo pasa una vez y si no la tomas cuando pasa, es posible que nunca más tengas esa oportunidad. Lo más doloroso es que tenemos que escuchar que no tuvieron suerte, que en Cuba vivían mejor, que desean regresar, etc.
Ahora, hay que estar constantemente llamándolos en la mañana para que se levanten. Lo hacen, pero están molestos y enojados. Se van a la cama muy tarde al estar en Internet, Facebook, viendo la TV o hablando por el celular. Nunca se preocupan por que sus cosas estén organizadas y limpias, o sea, no les preocupa en absoluto nada lo relacionado con el hogar. Ahora, eso sí, idolatran a sus amigos y sus padres, por supuesto, están copados de defectos. No se les puede hablar de nada ya que lo saben todo. Eso sí, al final de semana piden su dinero, se quejan de que es poco y que no alcanza para nada. Los fines de semana cuando salen siempre quieren llegar más tarde y no quieren participar en nada que tenga que ver con la familia. Se sienten independientes y cuando consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndolos ya que no alcanza el dinero (o no terminan la High School, no hablan el inglés fluidamente, no tienen experiencia para optar por algo mejor, etc.).
Si bien esto no es un fenómeno generalizado en esta ciudad, si hay muchos adolescentes entre los 16 y 18 años que están en esta situación. Algunos estudian y trabajan, pero sin ganas de hacer ninguna de las dos. Otros van a la escuela sin ganas, son mantenidos por los padres y aunque no tienen buenas calificaciones, sus padres los complacen en todo. Considero que esto es un error. Estamos fallando con nuestros hijos, aunque no lo parezca. Todo esto no tiene nada que ver con las diferentes etapas de la vida que hemos experimentado. Hoy recuerdo que para mí era un orgullo levantarme en la madrugada y acompañar a mi abuelo a ordeñar las vacas y dar de comer a los animales en la finca.
En las generaciones actuales, nosotros mismos hemos tomado decisiones equivocadas al expresar ¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé! Y entonces me pregunto. ¿Por qué tenemos lo que tenemos? No han sido regalos. Creo que tenemos lo que tenemos por el esfuerzo y sacrificio que hemos pasado y porque aprendimos a valorar los esfuerzos de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Por esta razón, ¿tenemos que darles todo a nuestros hijos sin que vean el valor del sacrificio y hacerles creer que lo merecen todo en la vida? Desgraciadamente estamos acostumbrando a nuestros hijos, conscientes o no, a recibir todo por obligación y sin una gota de sacrificio. Luego nos quejamos de su disciplina en la escuela y en la casa, de sus calificaciones, de su forma de actuar y tomar decisiones, de ser irrespetuosos, pero tienen todo lo que quieren (el último celular, computadora, ropa de marca, tableta, Internet, DVD, Apple TV, carro y mucho más) solo conocen palabras como “dame, cómprame y quiero”. No exigimos que ayuden, que saquen la basura, que mantengan su cuarto recogido, que compartan con la familia, etc.
Al final, cuando quieren salir de la burbuja de los padres, en busca de trabajo, esposa, independencia en todo sentido, regresan divorciados, frustrados, con hijos no planificados o porque todo no fue como pensaron. En realidad, no queríamos que pasaran trabajo y no los preparamos de verdad para el futuro en este país. Por lo que considero que tenemos que darles la oportunidad a nuestros hijos a que se ganen lo que quieren, comenzando desde el hogar y también en la escuela: lavar los carros, sacar la basura, tender las camas, obtener buenas calificaciones, ser disciplinados, etc. Pagar simbólicamente por lo que realicen los hará relacionar el trabajo con el bienestar. “Esto no quiere decir que hagamos un cliché de cuando haces te doy”, más bien quiero que entiendan que hace falta amor por el trabajo, ya que del cielo no cae nada. De esta manera no estaremos creando vagos.
Recuerden que, en la actualidad, la música, la moda, los comerciales, las novelas, etc., crean un marco de referencia con cierta desinformación. Por ejemplo: en las novelas puedes ver infidelidades, hijos bastardos, narcotraficantes buenos, todos tienen trabajo y viven bien. Esta no es la verdadera realidad. Revisemos nuestros patrones educativos, nunca es tarde para rehacerlos y cambiar. Está en juego el futuro de nuestros hijos.