El mundo y su inútil pasividad ante la tiranía de Cuba

El pueblo de Cuba, dentro y en el exilio, aprecia el gesto ético de apoyo a la decencia básica. Sin embargo, esto es insuficiente.

Por 393 votos a favor y 150 en contra, el Parlamento Europeo (PE) votó el jueves 16 de diciembre a favor de condenar al régimen comunista de Cuba por su represión brutal tras la Marcha Cívica por el Cambio (15N) del 15 de noviembre. Incluso incluyendo las 119 abstenciones, los diputados europeos apoyaron firmemente la condena de la reacción de la dictadura cubana a las demandas populares de cambio sistémico en la isla. Además, la declaración del PE pidió la liberación de los más de 800 presos políticos que languidecen en las cárceles desde la Insurrección Cubana del 11 de Julio (11J).

Protestas en Cuba: las imágenes de la represión del régimen comunista  contra las manifestaciones

La Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) emitió ese mismo día una declaración en la que solicitaba la liberación incondicional de los presos políticos cubanos. En el documento, la Secretaría General de la OEA también afirmó que “insta a Cuba a permitir inmediatamente la visita al país de una Misión Humanitaria del sistema universal y/o interamericano de protección de los Derechos Humanos que pueda verificar el estado y la situación de los presos políticos.”

Estos cursos diplomáticos son de gran fortaleza moral. El simbolismo de que las democracias más exitosas del mundo repudien las maniobras de supervivencia del castrocomunismo ejercidas contra el pueblo cubano es impactante. ¿Son, sin embargo, remedios suficientes? ¿Pueden las reprimendas morales diplomáticas lograr el fin, o incluso la minimización, de las violaciones de los derechos humanos? La experiencia nos dice que no es así cuando se trata de modelos totalitarios.   

Las dictaduras, para sobrevivir, necesitan reprimir y promover la ineficacia entre las fuerzas de la oposición. Esto requiere mucho dinero. A excepción de la China moderna y de Vietnam, que han dominado el arte de elaborar un estado marxista-leninista con una economía híbrida planificada que explota el mercado, los países socialistas son parasitarios e improductivos. Directa o indirectamente, el Mundo Libre, con su formulación capitalista de la economía, genera la riqueza que se distribuye parcialmente a las arcas de regímenes como el que está en el poder en Cuba.

Los fondos públicos de la Unión Europea (UE) siguen beneficiando al comunismo cubano. Entre 2014 y 2020, el Programa Indicativo Plurianual de la UE que está diseñado para promover la “agricultura sostenible y la seguridad alimentaria”, las iniciativas de sostenibilidad del “cambio climático” y el apoyo a la “modernización económica y social” ha aportado el monto de 50 millones de euros. Ninguno de estos enfoques ampliará los derechos civiles y políticos de los cubanos, el área de mayor amenaza existencial.

Los principales socios comerciales de Cuba son Venezuela, China, Canadá, España, Brasil, Holanda, Estados Unidos, México, Italia, Francia, Alemania y Rusia. Venezuela no es realmente un socio comercial, sino una colonia. Dejando de lado el régimen castrochavista, 9 de los 11 restantes son democracias europeas y hemisféricas. En otras palabras, este grupo de países pertenece al ámbito de la UE o de la OEA. Si se incluye a las empresas europeas que invierten mucho en la isla y ayudan a sostener la economía manejada por las fuerzas armadas del Partido Comunista Cubano, se puede argumentar que el gesto moral es inútil cuando se limita al discurso político.    

Esta es la conclusión. Cuba no es libre y lleva más de 62 años bajo el yugo de una brutal dictadura comunista. Actualmente, hay más de 800 presos políticos cautivos sólo desde las protestas del 11J. El régimen castrista acusa a los manifestantes pacíficos de “desorden público”, “instigación a delinquir”, “robo con fuerza”, “resistencia”, “agresión”, “lesiones”, “desacato”, “daños a la propiedad” y “propagación de epidemias”. 137 personas, entre ellas 13 menores, se enfrentan a cargos de “sedición”, que son los más atroces. Estos conllevan penas de 10 a 20 años e incluso la pena de muerte. 

El pueblo de Cuba, dentro y en el exilio, aprecia el gesto ético de apoyo a la decencia básica. Sin embargo, esto es insuficiente. ¿Por qué el PE y la OEA no dan sentido a su deseo expreso de que las vidas cubanas importen? Eso requerirá algo más que discursos y declaraciones.

Fuente: Por Julio M. Shiling, elamerican.com

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