Opinión: La verdadera contrarrevolución, es la revolución
Revolución es un término que a todo cubano le produce una sensación ambigua, conocida y a la vez indescriptible. Revolución para el cubano es pérdida, sueños rotos, juventudes despilfarradas, falsedad, una mezcla de frustración y desidia, algo parecido al suicidio de la esperanza.
Es que en Cuba se han robado literalmente el término, porque revolución es cambio, chispazo, novedad, mejoría y tildar a una dictadura como revolución, es algo así como lo que ve un cubano a diario y evita cuestionarlo, hay cuarenta patrullas por ambulancia.
Esta madrugada veía un video de balseros cubanos interceptados por la Guardia Costera. El hecho no es noticia porque antes que todos los balseros de la triste escena nacieran, ya se ahogaban cubanos en el Estrecho de La Florida, pero llama a una reflexión. Lo más triste, es toda esa juventud que está perdiendo la nación cubana. Los que se lanzan a emigrar, son potenciales emprendedores, son audaces en extremo porque si un ser humano se dispone a apostar su propia vida, es porque tiene agallas y sería un emprendedor potencial que cualquier gobierno mimaría. Cuba está lanzando desde hace años al mar, lo mejor de su sociedad.
¿A quién el Asno de Birán tildó inicialmente de gusanos? A la flor y nata de Cuba, a todos los empresarios que hacían de la isla la Suiza de América, Por ejemplo, hoy al cambio la moneda de la Unión Europea es un centavo menos que el dólar. Imaginen que en 1958 el peso cubano llegó a cotizar dos centavos por encima del dólar. Calculen que Cuba estaba más valorada en relación con USA, que la Europa de hoy. Cuanto daño, cuanta masacre contra un país.
La hemorragia de juventud cubana hacia cualquier parte del mundo es literalmente un éxodo, es un genocidio antropológico y mi pueblo lo permite.
Aparte de que, si se es honesto, es brutalmente aleccionadora la situación actual cubana, porque el hecho de que quienes gritaban hace unos años a viva voz “Pa lo que sea ´Fidel, pa lo que sea” hoy languidezcan en colas por pan de boniato o calabaza, no tengan agua potable regular, apagones kilométricos y sobrevivan a duras penas entre mosquitos y enfermedades tercermundistas, es cuando menos ejemplarizante. Lo penoso, es que la población cubana no solo envejece, sino que los que se permiten envejecer en el territorio, son los menos audaces, los incapaces, los delincuentes.
Todo el planeta sabe de la inexistencia del cacareado bloqueo, EEUU exporta alimentos y medicinas a Cuba. La isla es ya no solo una mendiga, es también senil. Lo triste es que esos jóvenes que hoy se van, no volverán. Después que se establecen en países desarrollados saben que no tendrían jamás ni siquiera en una Cuba libre, las prestaciones sociales de los países en los que ya han hecho su vida y Cuba es un recuerdo y la bandera un trozo de tela colgada en la pared de alguna habitación.
Se repatrian los fracasados, los que no prosperan y así será, a los viejos fieles al comunismo, se le sumarán los perdedores del capitalismo que esconden sus frustraciones en un patriotismo de regreso al terruño. El futuro es desolador, pero lo más triste es que hay quienes justifican esa barbarie.
Sé que hablo duro, que provoco, que en más una ocasión insulto, pero lo hago con toda intención de despertar conciencias, porque cubano, nadie te hará libre si no lo haces tú. Las revoluciones son chispazos, fuegos artificiales, son breves y necesarios momentos de cambio, pero jamás dictaduras.
Mi bendición para todos los cubanos que emigran, rezo por ellos.
Por Ramón Muñoz Yanes