Rostros locales: Mayte Tejas Ramos, un compromiso con las ideas de la libertad de esta nación

El Kentubano, exaltando, reconociendo, y aplaudiendo las buenas obras y a los líderes de nuestra comunidad

“Llegar a los EEUU mediante la lotería fue para mi familia más que una visa un pasaje a la libertad”, me cuenta mi entrevistada Mayte Tejas Ramos, veterana de las Fuerzas Armadas de los EEUU. Natural del Cotorro, en la capital cubana, durante su paso por la vida militar, Tejas, estuvo destinada en Bagdad, la capital de Irak, una experiencia que la marcaría para siempre por la fortaleza y la valentía de los soldados estadounidenses.

¿Qué la motivó a unirse a las Fuerzas Armadas de los EEUU?

Yo llegué a este país con 16 años, terminé mis estudios preuniversitarios, y comencé la universidad con una beca por buenas calificaciones en High School. Estando en la universidad luego de escuchar una de esas charlas motivadoras de un reclutador del ejército, pensé que servir en el ejército sería una opción por considerar, así como por mi compromiso con que prevalezcan las ideas de la libertad en este país, símbolo que impuso al nacimiento de la República Americana y que debemos defender y conservar si queremos seguir siendo individuos libres. Así, en enero del 2001 firmé con el ejército de los EEUU por cuatro años.

¿Qué proceso se lleva a cabo para integrar el Ejército?

 El proceso de ingresar al ejército no es muy complicado, el reclutador se encarga de todo el proceso burocrático. Luego que el reclutador toma todos tus datos, te someten a un examen médico y a otro examen para evaluar tu nivel académico. Si todo va bien con el examen médico, entonces basado en el resultado del examen académico te dan a escoger de entre una serie de oficios para aprenderlo y ejercerlo en el ejército. Yo escogí técnico de laboratorio del petróleo. 

¿Qué recomendación le darías a otros jóvenes que deseen para servir a este país y unirse a las Fuerzas Armadas?

Mi consejo a todos los jóvenes que están considerando enlistarse en el ejército es que no deben tomar esta decisión a la ligera. Servir en el ejército de tu país conlleva mucha responsabilidad, es un acuerdo en el que vas a entregar mucho de ti, y en ese mucho puede estar incluida tu vida. No es menos cierto que aprendes y te fortaleces de muchas formas en el ejército, pero tienes que estar muy consciente de los riesgos para poder valorar los beneficios que muchas veces son intangibles e imperceptibles a simple vista. Si sus motivaciones para entrar al ejército son solo los supuestos beneficios materiales que pudieran obtener de ello, así como estudios universitarios, seguro médico y cosas así, entonces les aconsejaría que lo piensen mejor, porque los resultados de esa decisión podrían no ser lo esperado, y terminar en una desilusión. Ahora, si lo que buscan es mediante la disciplina extrema, lograr pasar todos los obstáculos, en ocasiones traumáticos que impone el servir en el ejército para llegar a ser una mejor versión de sí mismos, una con valor, carácter, y autoconfianza, si son estas sus metas, entonces les diría que pudieran intentarlo. Con esta actitud incluso pudieran hacer una carrera militar y servir muchos años.

¿Cómo ha sido su experiencia en la vida militar tras haber sido destinada en una zona de guerra?

Mi experiencia en el ejército más allá de sentir orgullo de haber servido al país de la libertad fue de muchas formas provechosa. Debo decir que hubo momentos traumáticos, pero estos sirvieron para fortalecer el carácter, la disciplina y aprender a dar valor a conceptos y aspectos de la vida que antes pasaban desapercibidos. Puede que no sea yo hoy la misma persona que era antes de mi experiencia en el ejército; puede que el ejército me haya cambiado, pero si así fue, no debió haber sido del todo malo, puesto que me siento una persona más apta y preparada en todos los aspectos. En cuanto a mi experiencia en zona de guerra, que podría decirles:  la palabra guerra pudiera resumirlo todo. La guerra no es nada bonita en ninguna de sus formas. Las emociones a las que se está expuesto en una zona de guerra, las cosas que ves, incluso el aire que se respira es en ocasiones desagradable, no hay nada positivo en una guerra, solo el consuelo de que sea por una causa lo suficiente noble como la libertad para que no termines desmoralizado. Es por esta razón que el entrenamiento militar es extremadamente fuerte y riguroso, no solo físicamente, sino emocionalmente. Hay que estar muy preparado para enfrentar una guerra desde el punto de vista psicológico. Desde mi humilde opinión una guerra está justificada solo cuando te dan a escoger entre la tiranía o la guerra, entre la esclavitud o la guerra, solo en esos casos extremos escogería la guerra, o sea cuando está en juego la libertad de los individuos, porque vivir en tiranía y esclavitud no es vivir, eso es morir en vida. Así que, apartando esos dos casos extremos, hay una sola cosa inteligente que se pudiera hacer con una guerra y es evitarla a toda costa.

¿Cuál fue el momento más difícil que tuviste que enfrentar cuando estuvo destinada en Bagdad?

 Hubo muchos momentos difíciles y desagradables en la zona de guerra. Mi división estaba ubicada en el aeropuerto de Bagdad. Yo particularmente no estuve en el frente de batalla, puesto que no era parte de ningún comando, mis obligaciones y mi trabajo eran otros. Mi equipo y yo debíamos mantener disponible y de forma segura el combustible para todos los vehículos, terrestres y aéreos incluyendo los helicópteros, que salían con frecuencia a contrarrestar los ataque con morteros al aeropuerto que sucedían varias veces a la semana y que en ocasiones causaban daños materiales y a veces heridos. En una ocasión era aproximadamente las 21:00 horas del 14 de febrero del 2004, yo me dirigía desde el cuartel general hacia los albergues de los soldados, cuando comenzaron a sonar los típicos silbidos de los proyectiles de morteros, yo me encontraba algo distante del bunker, a una distancia aproximada de un campo de Football, me tocó correr a toda prisa hacia el búnker, mientras explotaban los proyectiles de morteros a mi alrededor. Afortunadamente no fui blanco de ningún proyectil, pero pudo haber sido mi último día de vida. Esas yardas hacia el búnker, se convirtió en una distancia inconmensurable, se me hizo una eternidad llegar al búnker, a pesar de que en realidad fueron unos minutos para alcanzar a llegar. En esos pocos minutos había una sola pregunta recurrente en mi mente: ¿llegaré ilesa? Definitivamente fue una de muchas situaciones desagradables que me tocó vivir en la guerra, hubo muchas otras, pero tocaría escribir un libro para detallarlas todas.

¿Qué oportunidades de crecimiento profesional le ofreció la carrera militar?

El ejército ofrece oportunidades, pero tienes que cumplir con ciertos requisitos para alcanzarlos, nada en el ejército se logra sin una cuota de sacrificio. Siempre está la opción de hacer una carrera militar en una academia, para acceder a esta, es requerido que completes un Bachelor Degree. Otra opción es renovar el contrato con el ejército cada vez que este expire y una vez que cumplas veinte años de servicio estás calificado para un retiro militar.

¿Qué rango tiene actualmente?

En mi caso solo firme por cuatro años, y en ese lapso alcance el grado de sargento, ahí aprendí una profesión técnica en el proceso, y luego ya una vez completado mi contrato con el ejército, estudié una carrera universitaria, hice un Bachelor Degree en contabilidad en la universidad de Phoenix ya en lo civil. Hace muy poco, mediante una fundación civil dedicada a reconocer los servicios prestados por los veteranos de guerra, me invitaron a un evento donde junto a otros veteranos se nos reconocería y se nos otorgaría el manto del valor, símbolo de agradecimiento por nuestros servicios a la nación y la defensa de la Libertad.

¿Qué proyectos futuros tienes?

 A pesar de haber sido una etapa de mi vida en la que aprendí muchísimo, mi vida militar terminó hace ya algún tiempo, puesto que decidí hacer una familia y vivir una vida en lo civil. Sin embargo, lo que aprendí como militar me ha servido toda mi vida, y gracias a ello estoy hoy mucho más preparada para enfrentar situaciones difíciles y superar obstáculos con mucha más certeza y confianza en mí misma, ese grado de sargento que obtuve, no solo sirvió en lo militar, me ha servido hasta hoy, así que, si se quiere, sigo siendo la sargento Tejas Ramos. Quizás no mucha gente sepa que el Ejército brinda un admirable ambiente para el desarrollo personal y es un punto de partida excepcional.

Por Yany Díaz, El Kentubano (Edición 167, julio 2023)

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